Violencia contra la mujer: reconoce aquí el perfil de un feminicida

Revisa los casos de violencia más sonados en los últimos meses y cómo actúan los agresores

Casos de violencia contra la mujer.

Carlos Bruno Paiva, sindicado por la Fiscalía como el responsable de haber quemado el 85% del cuerpo de su pareja Rosa Álvarez Rivera, hoy muerta, fue liberado en Tumbes. La Sala de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de esa región anuló la sentencia de 25 años de cárcel que sobre él pesaba por el delito de feminicidio. Según la justicia no hay pruebas ni testigos de la agresión.

Según la justicia, antes de morir por una infección generalizada, Rosa les dijo a las autoridades que ella se había calcinado sola quemando basura en su casa. Ella está enterrada y ya no sabremos toda la verdad.

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Christopher Franz Bettocchi, sindicado por la Fiscalía de haber supuestamente desaparecido a su pareja, la ciudadana canadiense, Kimberlee Kasatkin, está libre gracias a un habeas corpus. Estuvo recluido en un penal por 16 meses de prisión preventiva por supuesto feminicidio y, hasta hoy, el Ministerio Público increíblemente no ha mostrado avances en el caso y no hay acusación. La Policía no encuentra el cuerpo de Kim, es decir, en este país hay una mujer a quien simplemente se la tragó la tierra hace un año.

Elizabeth Fernández Flores fue acuchillada por su compañero de trabajo, Roberto Pazos Chumo, quien no aceptó terminar la relación amorosa con ella. El estaría por acogerse a la terminación anticipada para aminorar su castigo. Ella, quien está viva de milagro, no está dispuesta a verlo libre y con la salud aún resquebrajada se ha levantado de la cama para iniciar su lucha contra la impunidad.

¿Qué hacemos frente a estos casos?, ¿cómo hablamos de castigo para los agresores si siempre tienen una ventana legal por dónde escapar? 

Por ahora, en total desconcierto nos queda aprender como sociedad a prevenir. Reconocer el perfil del agresor, saber sus palabras comunes, su mente y ser valientes para romper con él a tiempo. 

La agredí “por su comportamiento”, “ella no me hablaba bien”, “no quería terminar con ella, porque la quería”. Estas, por ejemplo, son algunas de las frases que el administrador de empresas, Roberto Pazos Chumo, usó con soltura frente a los psicólogos forenses para justificar su ataque, a cuchillazos, contra Elizabeth Fernández Flores, cuando ella decidió decirle adiós y ponerle fin a una relación tóxica.

“Sólo quería asustarla”, “se lo merece”, suelen decir aquellos que son el fruto de una cultura machista presente en el Perú. Como Carlos Hualpa, el acosador de Eyvi Agreda, hoy muerta, quien dijo que la quemó para darle una lección. 

La radiografía psicológica de Roberto Pazos, a la que tuvo acceso Cuarto Poder, nos ayuda a construir el perfil que tienen en común aquellos que hoy purgan prisión por el delito de feminicidio o intento de feminicidio.

Para los sicólogos forenses, Roberto Pazos Chumo tiene una personalidad de tipo evitativo y negativista: tiene miedo al rechazo y además tendencia al resentimiento. Es por eso que cuando Elizabeth le dijo que ya no quería estar con él, Roberto lo tomó como una humillación y un desprecio.

Según los médicos forenses, al no tener lo que él consideraba como suyo, es decir a Elizabeth como un objeto, Roberto mostró el rasgo sobresaliente de todo feminicida: el nivel de inseguridad que los hace hostiles, un arma de atropello sobre otro, que para nada justifica el crimen.

Cuando los psicólogos forenses, por ejemplo, el preguntaron a Roberto Pazos Chumo por qué acuchilló a Elizabeth, él dijo que lo hizo por la actitud indiferente y el maltrato de quien era su enamorada apenas tres meses.

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Para los psicólogos del Ministerio Público, Pazos Chumo, quien acuchilló a Elizabeth hasta dañarle parte del intestino delgado, tiende a actuar con resentimiento al no ver satisfechas sus necesidades e intereses. En esta radiografía del potencial feminicida hay un rasgo que los desnuda: creen tener el poder para hacer prevalecer su punto de vista a toda costa, sobre todo en sus relaciones amorosas.

Cuando los psicólogos le preguntaron a Roberto qué siente por Elizabteh, él respondió que sentía afecto y amor. Una premisa totalmente alejada de la realidad, pues Roberto acuchilló a esta joven hasta dañarle la arteria y los vasos sanguíneos del abdomen.

Es más, luego, los especialistas le preguntaron, ¿por qué la agrediste? Y él respondió: por su comportamiento. Para Roberto Pazos Chumo, al igual que otros hombres con perfil de feminicidas, hoy presos o buscados por la Policía, hay que castigar a la mujer que se porta mal, que decide denunciar el acoso o el maltrato.

Esta semana, Margot Sifuentes Chávez se salvó de morir quemada en su casa de Chorrillos. Christian Gutiérrez Córdova, su pareja, la maltrataba durante ocho años y, en un arranque de macho rabioso, le prendió fuego al cuarto donde ambos vivían. Christian fue liberado de inmediato, pues para la Fiscalía de Turno de Lima Sur aún se tiene que evaluar la gravedad del caso. A Margot le dieron garantías para su vida. Ella, resignada, cree que estuvo demás salir a denunciar abiertamente a quien le hizo la vida imposible. 

El día de su cumpleaños, en pleno restaurante, Maite Chaccerri terminó su relación problemática con Damián Yaurivilca Tapia y él, hecho un demonio, cogió un tenedor y se lo clavó en la nariz. Damián fue detenido, pero Maite no quiere denunciarlo. Será dependencia emocional, será poca confianza en la justicia. Solo ella lo sabe. 

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Hay que entender y saber claramente que nadie es dueño de otro ser humano y que no hay ningún argumento válido para justificar la violencia.  Ha quedado demostrado, una vez más, que la justicia también da golpes bajos, arrincona y condena al abandono a las víctimas.

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