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Una sola frase de Elon Musk bastó para desatar una tormenta en el mundo aeroespacial. El CEO de SpaceX sugirió que podría retirar del servicio la nave Dragon, utilizada por la NASA para llevar astronautas y suministros a la Estación Espacial Internacional (ISS), según informó 20 Minutos. Esta amenaza, que surgió tras un mensaje de Donald Trump en Truth Social contra los contratos federales de Musk, generó incertidumbre sobre la estabilidad de la colaboración entre la NASA y SpaceX.
Aunque poco después Musk pareció dar marcha atrás al responder “Buen consejo. Ok, no desmantelaremos Dragon” a un seguidor que le pedía no actuar con impulsividad, su tono ha sido interpretado por analistas como una advertencia estratégica. “Esto pondría fin a la Estación Espacial Internacional”, alertó Eric Berger, editor espacial sénior de Ars Technica, recordando que Dragon es la única nave estadounidense certificada para misiones tripuladas.
Más allá de un berrinche público, la amenaza de Musk deja entrever una tensión latente: la dependencia casi absoluta que tiene la NASA —y sus socios internacionales como la ESA, JAXA y la CSA— de la cápsula Dragon. Esta nave no solo ha sido clave para mantener activa la ISS, sino que también será fundamental para su retiro seguro a partir de 2030. Su ausencia podría significar no solo la paralización de operaciones, sino también un riesgo para la seguridad global si la estación no puede ser desorbitada adecuadamente.
Mientras tanto, SpaceX avanza con su ambicioso proyecto Starship, alineado con la visión de Musk de colonizar Marte. La Dragon, aunque esencial para la actualidad de la ISS, ya no parece tener cabida en su agenda futura.





