Buses de La 50 y Huáscar paran por amenazas en SJL
Las rutas La 50 y Huáscar en San Juan de Lurigancho suspendieron su servicio por amenazas y atentados de bandas criminales
Las rutas de transporte urbano La 50 y Huáscar suspendieron sus servicios en San Juan de Lurigancho. Según transportistas, la decisión responde a las amenazas y atentados de bandas criminales que vienen atacando a choferes de la zona.
Los conductores explicaron que antes salían con una frecuencia de cuatro minutos, pero tras los últimos hechos violentos optaron por espaciar las salidas cada diez minutos. Finalmente, gran parte de la flota fue retirada de circulación.
¿Qué impacto tiene la suspensión en los usuarios?
La paralización afecta a miles de pasajeros que utilizan estas rutas para desplazarse por avenidas principales como José Carlos Mariátegui, Canto Grande, Próceres de la Independencia, Vía Evitamiento, Puente Nuevo y hasta el Callao.
En el paradero inicial de la ruta La 50, ubicado en San Juan de Lurigancho, se confirmó que más de 80 unidades permanecen estacionadas sin brindar servicio. Usuarios señalaron que el corredor complementario es una alternativa, aunque no cubre toda la demanda.
¿Qué relación tiene con los atentados recientes en el distrito?
El temor de los transportistas aumentó luego de que dos choferes fueran baleados la semana pasada en San Juan de Lurigancho. Según la policía, los ataques habrían sido perpetrados por extorsionadores de la banda “Los Injertos de San Juan de Lurigancho”.
Tras estos hechos, colegas de las víctimas realizaron una protesta frente al Congreso, exigiendo al Estado medidas concretas de seguridad. Sin embargo, aseguran que hasta ahora no han recibido protección efectiva frente a las amenazas.

¿Qué dijeron los transportistas sobre su situación actual?
Muchos de los conductores se negaron a declarar ante las cámaras por temor a represalias, pero confirmaron que las amenazas se han intensificado en los últimos meses. Uno de ellos comentó fuera de grabación que ya no se sienten seguros al salir a trabajar.
La inseguridad golpea especialmente a líneas que movilizan gran cantidad de pasajeros por rutas extensas. Los transportistas afirman que la violencia y la falta de protección los han dejado “acorralados” frente a organizaciones criminales.














