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Más de 3 millones de personas en Texas podrían ver cambios en su alimentación cotidiana si se aprueba una nueva propuesta del gobernador Greg Abbott. El mandatario presentó al Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA, por sus siglas en inglés) una solicitud para restringir los productos que pueden comprarse con los cupones del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés), con el objetivo de que la ayuda se enfoque en alimentos con valor nutricional.
Si la medida es aceptada, bebidas azucaradas, dulces y alimentos ultraprocesados como papas fritas o galletas quedarían fuera de la lista de productos permitidos. Abbott sostiene que el programa debe alentar hábitos saludables en los hogares de bajos ingresos, en lugar de permitir el consumo de productos que “carecen de valor nutricional”.
La propuesta forma parte de la campaña nacional “Make America Healthy Again”, impulsada por líderes conservadores que buscan condicionar el uso de fondos públicos a objetivos de salud. Según Abbott, restringir el uso de cupones SNAP ayudaría a reducir enfermedades asociadas al consumo excesivo de azúcar y alimentos ultraprocesados, como la obesidad y la diabetes.
En la actualidad, SNAP permite adquirir productos esenciales como frutas, vegetales, carnes, productos lácteos y cereales. Sin embargo, también se permite la compra de ciertos snacks y bebidas no alcohólicas. Las restricciones actuales ya prohíben la compra de alcohol, tabaco, suplementos, alimentos calientes listos para consumir y productos no alimentarios como cosméticos o productos de limpieza.
La propuesta del gobernador Abbott todavía no ha sido aprobada por el USDA. Por ahora, los beneficiarios pueden seguir utilizando sus tarjetas SNAP bajo las reglas vigentes. El departamento debe revisar la solicitud y evaluar si se ajusta a los principios del programa, que busca garantizar el acceso a alimentos para las familias de bajos ingresos.
Texas no es el único estado que ha planteado cambios similares. Iowa, Arkansas, Indiana y Nebraska también han presentado propuestas para restringir el uso de los cupones SNAP, lo que podría anticipar un giro a nivel nacional en las políticas de asistencia alimentaria.
Si la iniciativa se aprueba, las familias con menores ingresos podrían enfrentar nuevas barreras para acceder a productos que, aunque no sean nutritivos, forman parte de su dieta habitual. Algunos especialistas en políticas públicas advierten que imponer estas restricciones podría estigmatizar aún más a los beneficiarios del programa y limitar su autonomía en la toma de decisiones sobre su alimentación.
La discusión sobre qué productos pueden o no comprarse con dinero del Estado se cruza con debates más amplios sobre libertad individual, salud pública y justicia social. En medio de estas tensiones, millones de hogares esperan con incertidumbre una decisión que podría cambiar significativamente su día a día.





