Tren de Andahuaylas: red de trata operaba con mujeres numeradas
Un operativo policial destapó el infierno al que eran sometidas 14 mujeres en un club clandestino de Andahuaylas. Con números en el cuerpo, vivían bajo amenaza y eran obligadas a pagar cuotas diarias. La justicia liberó a los presuntos cabecillas
Una fachada cualquiera. Un portón de metal anodino en medio de una calle más de Andahuaylas. Pero detrás, se escondía uno de los rostros más oscuros del crimen organizado. Allí funcionaba “La Kaskada VIP”, un club clandestino donde 14 mujeres eran explotadas sexualmente por una red que, según la PNP, estaría vinculada al Tren de Andahuaylas, facción local de una de las organizaciones criminales más violentas del continente.
Las mujeres eran tratadas como mercancía. Estaban numeradas del 1 al 14, asignadas a habitaciones específicas, sometidas a jornadas desde las 3 de la tarde hasta la medianoche. Si querían salir antes, tenían que pagar hasta 800 soles de penalidad.
Prostituidas y vigiladas
Las imágenes de una cámara oculta —operada por un infiltrado extranjero— revelaron la pesadilla. Una tras otra, las trabajadoras sexuales contaban al supuesto cliente extranjero cómo llegaron al lugar. Algunas, como la joven número 13, habían dejado Huánuco buscando oportunidades laborales. En su lugar, encontraron una red que las encerró, numeró y esclavizó.
“A partir de medianoche puedes salir, pero antes te cobran caro”, le dicen.
Un servicio sexual costaba 50 soles, pero las víctimas debían pagar hasta 300 soles diarios a la organización. Si no llegaban a la cuota, debían seguir trabajando o endeudarse. El tubo en el centro del local no era un adorno: era el símbolo de su prisión.
Una fachada con estructura criminal
“Este lugar funcionaba como un centro de labores donde la dignidad era la moneda de cambio”, declaró el teniente PNP Miguel Aliaga, jefe del Depincri Andahuaylas. La red, según las autoridades, venía operando desde 2016 y generaba más de 80 mil soles mensuales.
La estructura estaba organizada en tres niveles: el gerencial (encabezado por quien sería el dueño del local), el administrativo (encargado de las finanzas y turnos), y el operativo, conformado por vigilantes, cajeros y choferes que transportaban a las víctimas.
El ‘Monarca’ del horror
Detrás del negocio, la policía identificó a John Niels Huamán Achahuanco, expiloto de automovilismo y motocross en Apurímac. Conocido en el mundo del deporte, Huamán —apodado “Monarca”— era también dueño de una tienda de motos. Allí, según la PNP, blanqueaba parte del dinero obtenido del club nocturno.
Durante el operativo se incautaron 48 vehículos, entre motos y mototaxis. Junto a Huamán fueron detenidas otras 12 personas, entre ellas Joan Chaly Vives Vargas (alias “Charlie”, el administrador) y Rosa Achahuanco Mamani, sindicada como la financiera, quien usaba su cuenta de Yape para recibir pagos por los “servicios”.
Una decisión que indigna
Todo parecía encaminarse a un caso emblemático. Las pruebas eran claras: videos, testimonios, incautaciones, seguimientos. Pero seis de los trece detenidos, incluido Huamán, fueron liberados por decisión del fiscal Luis Catacora, de la Fiscalía contra el Crimen Organizado de Andahuaylas.
“No se obtuvieron indicios reveladores que ameriten formalizar investigación por trata de personas ni organización criminal”, dice la resolución fiscal.
El penalista James Rodríguez cuestionó la decisión: “Se libera cuando no hay ni una mínima sospecha. Aquí había evidencias, testimonios, incluso estructuras. Es una decisión que debe investigarse”.
¿Justicia o impunidad?
Para la Policía, la liberación es un duro golpe. Durante meses arriesgaron sus vidas para destapar el caso. Ahora, temen que el silencio vuelva a imponerse y que las mujeres sean reubicadas, reenganchadas o incluso silenciadas.
“Estas chicas vivían en estado de vulnerabilidad. Habían sido captadas bajo engaños y luego sometidas a este sistema sin escapatoria”, explicó el teniente Aliaga.
Las víctimas ven ahora con miedo lo que viene. Si los presuntos líderes quedaron libres, ¿quién garantiza que no las volverán a buscar? ¿Quién responde si deciden vengarse por haber sido expuestos?
Un tren que no se detiene
Mientras la justicia debate tecnicismos, el Tren de Andahuaylas —nombre con el que se conoce a esta facción delictiva— sigue creciendo. Sus tentáculos alcanzan a otras regiones como Cusco, Abancay y Ayacucho, desde donde las mujeres eran trasladadas con frecuencia.
El negocio de la trata no necesita publicidad. Se sostiene con silencio, con miedo, con impunidad. Solo necesita que la ley se duerma… o mire a otro lado.














