En Risso, los rivales no son adversarios, sino objetivos que se eliminan. En este tradicional centro comercial operaban dos bandas criminales encabezadas por peruanos que, a sangre y fuego, intentan imponer su ley. Una guerra de poder por el lucrativo negocio de la explotación sexual.
Una vorágine de violencia en pleno corazón de Lince. Cada cuadra tiene dueño, cada esquina tiene precio, cada trabajadora tiene un pacto que les garantiza trabajar sin ser asesinada. Mujeres víctimas de trata, que han sido despojadas de su libertad y arrojadas a las fauces de esta guerra de poder
Una joven venezolana sometida a explotación sexual en la zona de Risso, en Lince revela cómo opera una de las dos bandas criminales denominada "One family”, cuyo cabecilla sería el peruano Danny Zapata Sosa, conocido como "chino" a quien le paga quince mil soles por el viaje a Perú y 400 soles a la semana por trabajar en las calles controladas por su banda criminal.
La "rusa", mencionada por esta joven, a quien llamaremos Claudia, es la venezolana Jessica Silva Gonzales, 34 años. Convertida, desde hace dos años, en pieza fundamental del engranaje criminal de “One Family”.
Amante de los filtros de belleza, que utilizaba en sus videos de redes sociales, esta mujer era la encargada de cobrar semanalmente 400 soles a cada una de las jóvenes sometidas por su banda criminal.
En video se la ve pasando el día como una trabajadora sexual más. Es la cuadra 2 del jirón Bernardo Alcedo, en Lince. Siempre rodeada de jóvenes que pagan sin titubear las exigencias de la mafia.
Junto a la "rusa", existe otra pieza clave de "One Family": Luis Gonzalo Estrada Torres o "Lucha", un trans encargado de la logística. Él fue seguido durante meses por agentes de la dirección de trata de personas y de contra inteligencia.
“Lucha” es el cerebro que asegura que el imperio del “Chino”, de “One Family” se mantenga intacto. Su misión: guardar las armas automáticas y la dinamita con la que elaboran explosivos utilizados en cada atentado contra la banda rival.
Los grupos criminales han sectorizado toda esta zona del distrito de Lince. En color rojo las calles dominadas por "One Family” y en amarillo las controladas por la banda de Gerson, delincuente peruano identificado como Ludwing Jerson Cornejo Bolovich, un conocido personaje para la Policía. La División de Secuestros de la Dirincri lo capturó en el 2020, poco tiempo después fue dejado en libertad y con eso se le permitió encabezar su propia banda criminal.
Es así que nació una rivalidad que ha convertido a la zona de Lince en el botín de bandas criminales, delincuentes que a punta de granadas, explosivos hechizos y disparos con armas de fuego se disputan el control de estas calles.
El 28 de julio pasado en la puerta de la quinta ubicada en el 2055 de la avenida Arequipa, a solo una cuadra de la zona de Risso, u grupo de delincuentes, todos venezolanos son captados por una cámara de seguridad, miran para todos lados, hablan por celular, la tensión se siente, se respira al ver estas imágenes.
Son los últimos momentos de vida del venezolano Adrián Leañez, según la policía. Uno de los cobradores al servicio de "One Family". Ahí se le ve recibiendo dinero de este grupo de jóvenes en la puerta de esta quinta donde cinco días después fue acribillado sin compasión por sicarios de la banda rival.
Con todos estos elementos en manos de la Policía y la Fiscalía contra la trata de personas se montó un completo operativo para dar un certero golpe a la banda criminal "One Family" la primera en caer fue la rusa, Jessica Silva. Ya no sonríe, ni baila al ritmo de las canciones en TikTok, ahora luce preocupada en manos de las autoridades quienes le encontraron, al momento de su captura, más de 34 mil soles en efectivo.
Junto a ella cayó también el trans conocido como "Lucha", en su poder tenía estas réplicas de fusiles que los miembros de su banda lucían con orgullo en sus redes sociales. Otro de los detenidos fue el peruano Jesús Crispín, encargado de verificar que todas las jóvenes sean leales a "One Family"
Un certero golpe a una de las bandas criminales que se han apoderado de las calles de Lince, donde el lucrativo negocio de la prostitución no se detiene, decenas de jóvenes siguen caminando en busca de clientes, para lograr los 400 soles semanales que exigen estas bandas organizadas. Una modalidad delictiva que parece no tener cuando acabar.