Puentes, pistas y colegios colapsados: Las obras abandonadas en Casma y Huarmey

El jefe de la Contraloría recorrió las ciudades costeras de Áncash afectadas por las lluvias, pero sobre todo por la desidia y retrasos de la Autoridad de Reconstrucción con Cambios

Video: Cuarto Poder

La Panamericana Norte es una de las principales carreteras del país. Pero a la altura de Casma, en la región Áncash, deja de ser una solución y se convierte en contratiempo.

Incontables vehículos marchan en procesión entre los kilómetros 370 y 380 debido al badén de emergencia que se ha instalado para recuperar el tránsito en doble sentido.

Hasta hace dos semanas, había un solo carril en esta parte de la vía y el paso vehicular era toda una odisea. Para hacer el badén, literalmente sobre el lecho del río, ha tenido que bajar la frecuencia de las lluvias. Es decir que, si vuelve a llover y vuelve a crecer el caudal, el flujo vehicular a la altura de Casma podría volver a ser un completo caos.

María Portella es profesora de inicial en una localidad cerca de Huaraz y todos los días vive una odisea para poder llegar a su trabajo y regresar sana y salva a su casa.

A mediados de marzo, debido a las intensas lluvias provocadas por el calentamiento del mar, la ciudad de Casma, como muchas del norte del país, quedó inundada.

Pero lo peor fue que la crecida del río dejó sin puente este tramo de la Panamericana Norte, lo mismo que ocurrió hace seis años, durante el Fenómeno del Niño de 2017.

Desde entonces, el ministerio de Transportes no ha logrado instalar aquí un puente definitivo. Las obras de ingeniería recién comenzaron hace poco menos de dos años.

A esta zona del norte del país llegó el Contralor General de la República, Nelson Shack. Lo hizo como parte de unas visitas de inspección a diferentes lugares para ver la situación de las obras que se realizan con el presupuesto de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios.

Acompañado de Cuarto Poder, Nelson Shack llegó hasta lo que alguna vez fue el puente Sechín. Allí certificó el severo daño generado por el retraso en esta obra.

En Huarmey también hubo alerta de desbordes este año. Y sus vecinos están tan seguros de la falta de previsión de sus autoridades que eligieron cuidarse solos.

Como parte de su recorrido, el contralor Nelson Shack también llegó hasta Huarmey y constató que - en muchas casas y negocios de esta provincia costera - la población improvisó muros para protegerse de eventuales huaicos. El escudo de ladrillos en esta vivienda de tres pisos fue uno de los más llamativos. Miriam y su familia no iban a permitir que su casa se llene de barro como en 2017.

Hace seis años, Huarmey fue presa de la falta de planificación. La crecida del río dejó inundada buena parte de la ciudad, incluido el único hospital de la localidad.

Como las lluvias cesaron, muchas personas han comenzado a derribar sus barricadas, cada una valorizada en 600 soles aproximadamente, entre materiales y mano de obra.

Huarmey no se ha inundado este año, pero solo con las lluvias que hubo entre febrero y marzo bastó para que sus calles queden en pésimo estado.

Sin embargo, entre las cosas por hacer que más indignan a los huarmeyanos está el colegio del lugar, también devastado con los huaicos del 2017. Los mismos padres de familia pidieron que el Contralor y congresistas de la región certifiquen las condiciones en que están estudiando cientos de niños en Huarmey.

Los alumnos reciben clases bajo estos techos de calamina que, con las altas temperaturas, son hornos hirvientes que impiden el buen aprendizaje.

Las obras del nuevo colegio ‘José Carlos Mariátegui’ de Huarmey están a cargo de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, pero pese a ser parte del convenio con el Reino Unido, el proyecto ha caído en la costumbre tan peruana de retrasar su fecha de entrega, planeada para el año 2022 y postergada hasta en dos ocasiones.

Para evitar el enojo de los padres de familia, el consorcio constructor firmó un papel donde les prometían mejoras en el colegio provisional. Eso sí, todos los gastos serían pagados con dinero del Estado peruano.

En el 2017, tras priorizarse las obras de mejora y reconstrucción en el país, se les encargó a las autoridades regionales de Áncash que refuercen las riberas del río Huarmey. Seis años, después esas obras de prevención brillan por su ausencia.

El jefe de la Contraloría General de la República asegura que los funcionarios que incumplan su labor durante las tareas de prevención serán identificados e inhabilitados.

Y esto que vemos a menos de 500 kilómetros de Lima es tan solo una muestra de lo que ocurre en todo el país. Parece como que no existiera entidad estatal que se libre de terminar atrapada en el callejón de su propia ineficiencia.

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