Pequeños guerreros: Los niños del área de pediatría de la Villa Panamericana

El número de niños contagiados con COVID-19 se incrementó con la variante Ómicron

Cuarto Poder

A la Villa Panamericana, el centro de aislamiento temporal para COVID 19, llegan pequeños guerreros que aún no tienen las armas suficientes para defenderse del coronavirus.  Hay miedo y estrés en ellos, pues ingresan a cuarentena obligatoria en un ambiente extraño donde todos usan uniforme celeste.

Los niños y niñas llegan en silla de ruedas, sobre el regazo de sus padres, con fiebre alta, con inflamación en la laringe, en la tráquea y tos seca. En esta tercera ola por la COVID-19, los pequeños se han convertido en un blanco fácil de la variante ómicrom.

El sistema hospitalario en el Perú está alerta a tal punto que, en la Villa Panamericana se acondicionó esta torre exclusiva de atención médica pediátrica para nuestros niños y niñas infectados con el virus donde se instalaron casi 400 camas para auxiliarlos de inmediato.

Si un menor está positivo a coronavirus no llega solo, pues es aislado con sus padres y hasta con sus abuelitos.  Según cifras de la Unidad de Inteligencia y Análisis de Datos del Seguro Social (EsSalud), en la última semana de diciembre del 2021 se asistió a 1032 casos de pequeños infectados.

El año 2022 comenzó y, solo en la segunda semana de enero, se atendió nada menos que a 8760 nuevos casos de pacientes positivos a COVID-19 entre 0 a 11 años de edad.  Es decir, la tercera ola de la pandemia trajo consigo el incremento de un 740 % de casos de menores contagiados de coronavirus.

La variante ómicrom se presenta en los menores con síntomas parecidos a un resfrío común y, por eso, a simple vista, es difícil diferenciarlo de la COVID-19. Los niños son potenciales vectores de contagio. Lo más probable es que los menores hagan cuadros leves y no graves.

Sin embargo, si un pequeño lleva COVID-19 a casa podría contagiar a los integrantes más vulnerables de la familia que, por ejemplo, tengan enfermedades de fondo.

Samuel Quispe, de 40 años edad, está aislado en la torre pediátrica junto a su esposa y dos hijos: Matías de 7 años y Nahuel, de apenas 1 año de edad.  La familia en pleno salió positiva a COVID-19 y, entonces, optó por pedir ayuda a la Villa Panamericana, pues, al estar contagiada y con síntomas, no podía salir de casa ni para ir en busca de medicamentos.

Las enfermeras de la villa pediátrica le toman la temperatura a los niños que se quedan quietos pensando quizá que el termómetro les podría servir de pistola para su propia guerra de las galaxias.

Los niños deben permanecer dentro de la habitación y no pueden desplazarse por ningún otro lado. Entonces llega el estrés del encierro. Los padres se las ingenian y hasta convierten la sala en un pequeño campo para jugar con la pelota.

Abby, de 6 años de edad, está aislada en la torre pediátrica de la Villa Panamericana junto a su mamá Marlene y a sus abuelitos Benito, de 73 años y Benigna, de 72.  Luego de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, la pequeña simplemente cayó en cama con fiebre alta y malestar muscular.   
Los abuelos de Abby tienen comorbilidades y, contagiados de COVID 19, requerían de asistencia médica constante.   

La alimentación saludable es pieza medular para la recuperación de los pequeños infectados de COVID-19.  Por el bombardeo de síntomas propios del coronavirus, los pacientes pediátricos suelen perder el apetito. Entonces, los medicamentos deben ir acompañados de una dieta alta en proteínas.

Nadie sabe cómo los mellizos Almendra y Sebastián, de 9 años de edad, se contagiaron. De repente, uno a uno, empezó a volar en fiebre.

En la Villa Panamericana se aislaron con Karen, su mamá, y con su abuelita Olinda, de 73 años de edad, quien, tras los chequeos médicos de rutina, descubrió aquí que era hipertensa. En la puerta de su habitación de aislamiento, los mellizos han pegado sus dibujos.

La COVID-19 para ellos es una bola verde con púas y rostro de amenaza que solo se asusta y se paraliza con la vacuna.

Almendra y Sebastián perennizan también a quienes ahora son sus nuevos héroes de carne y hueso: los médicos, las enfermeras, los policías, las encargadas de la limpieza y hasta el chef de la Villa Panamericana.

Después de una noche de intensa guardia, el personal de salud de la torre pediátrica de la Villa Panamericana se reúne para preparar el mejor medicamento de todos: la alegría.

Dejan de lado el uniforme médico y se disfrazan de muñecos que van sin jeringas ni oxímetros en las manos.     

Los pequeños se asoman por las ventanas de la torre pediátrica con sus globos, porque es hora de jugar…AMBIENTAL: 23.28 buenos los niños como están bien!!!

En el primer piso, el personal de salud lo entrega todo bajo el sol; arriba, los pequeños convalecientes por la COVID 19 saltan y bailan desde sus habitaciones convertidos ahora en palcos de un exclusivo espectáculo infantil. AMBIENTAL…

Los pacientes pediátricos contagiados de COVID 19 no paran de llegar.
El pánico colectivo generado por los contagios de la tercera ola de la COVID 19 ha saturado las líneas telefónicas de la Villa Panamericana.

La población pide insistentemente una habitación para ser asistido por los médicos y hacer aquí la cuarentena.

Para evitar que el servicio de asistencia temporal colapse, EsSalud ha establecido parámetros de atención y recomienda a la ciudadanía tranquilidad, lógica y comprensión.
 
Las jornadas de vacunación para nuestros niños y niñas han empezado y, es su responsabilidad, inmunizarlos en su debido tiempo.

Ellos también necesitan de este escudo protector para hacerle frente a la COVID 19 que, en el Perú, ha causado ya la muerte de más de 800 pequeños.
 

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