Pedro sin pueblo

La semana más complicada en lo que va del gobierno del presidente Pedro Castillo.

(Video: Cuarto Poder)

Pedro Castillo era el más esperado en el coliseo Wanka, y como corresponde al personaje estelar, se hizo esperar. El presidente apareció en el recinto pasado el mediodía rodeado de un impresionante despliegue de seguridad.

Impasible, Castillo saludó a sus ministros y a los asistentes en las tribunas, como una autoridad que gobierna en olor a multitud. Era claro que para el presidente la procesión iba por dentro.

En sus días más críticos, buscaba un golpe de efecto yendo a la ciudad donde hace sólo unos días había ocurrido la más violenta protesta contra su gobierno.

Eso sí, cientos de policías resguardaban al presidente para evitar sorpresas.  

El objetivo de la puesta en escena era claro. El Consejo de Ministros Descentralizado buscaba mostrar a un gobierno sólido, con iniciativa y concentrado en resolver los problemas de la población.

La ministra de Trabajo, Betssy Chávez, puso la cuota de histrionismo.

Y la nota melódica la puso la vicepresidenta Dina Boluarte, al interpretar Falsía, conocida canción de origen huancaíno.

Aunque como en toda escenificación, algunos actores se salen del libreto.

Pero era difícil que el viaje a Huancayo pudiera esconder la crisis dentro del gobierno, en la que fue quizá la semana más difícil del régimen.

Y es que el día anterior en Lima, ante los rumores de renuncias, el premier Aníbal Torres ya había negado su salida y hasta habló de un gabinete sólido.  

Esa misma tarde, sin embargo, el asesor presidencial Daniel Salaverry lo desmintió en público

Hasta hoy Aníbal Torres continúa liderando el gabinete, sin embargo, más debilitado aún tras su alusión a Adolf Hitler en Huancayo.

Luego vino el mea culpa, pero en este caso el remedio ya no era mejor que la enfermedad.

El nivel de desconcierto al interior del Ejecutivo, sin embargo, se hacía más visible aun con otras poco afortunadas afirmaciones del propio premier Aníbal Torres. Esta vez apuntó a la Policía Nacional.  

Horas después, el estrés fue la excusa perfecta para un nuevo mea culpa tras su exabrupto.

Esa confusión se reflejó también en la decisión de inmovilizar Lima y Callao un día completo. Se buscaba neutralizar supuestos saqueos y vandalismo durante el paro de transportistas, pero terminaron gatillando la mayor protesta espontánea que se haya visto en Lima en lo que va del gobierno.

Ese mismo día, la visita de Pedro Castillo al Congreso, fue otro tiro por la culata para el gobierno. Después de dos intentos de vacancia, la oposición por fin logró lo que buscaba. Tener frente a frente al presidente para enrostrarle ineptitudes y errores en vivo y en televisión nacional.

En medio de la reunión, bastante incómodo, el presidente decidió retirarse abruptamente con la excusa de firmar la norma legal que levantaba la inamovilidad, lo que nunca se produjo.  

En medio de la profunda crisis que está lejos de haber escrito su capítulo final, paradójicamente, el gobierno decidió terminar la semana buscando tomar oxígeno en los 3,800 metros de altura de Puno, una de las regiones donde a pesar del frío, el presidente Castillo todavía siente el calor de los amigos.

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