Nueve asesinatos en cuatro días

El sicariato va en aumento en el país. En menos de una semana, nueve personas fueron asesinadas en Lima

Sicariato desborda Lima. América TV

Disparo, muerte y  huída, una combinación imposible de fallar. El típico silencio de la madrugada en el asentamiento humano el Milagro de la Fraternidad en Independencia. Vladimir Guillén conversa con esta mujer. De pronto, este joven se acerca, parece que ambos se conocen. Pero no se detienen.

Cone, como le decían en su barrio, había salido de prisión hace 6 meses. Mira a la cámara de una casa vecina por última vez y se ríe. Tan solo cinco segundos después, se acerca a este taxi. Rápidamente, aparece el muchacho que pasó por su lado y de un disparo acaba son su sonrisa.

Un muerto más en la calle. El noveno en menos de una semana. El sicariato se ha vuelto tan común que la población se ha olvidado de sufrir. 

El más feroz de estos asesinatos ocurrió el último sábado en la zona P de Huaycán, donde cuatro personas fueron acribilladas por una ráfaga de disparos cuando viajaban en un mototaxi. Un bebé de 9 meses sobrevivió de milagro. Una de las balas rozó su cuerpecito. El cuádruple crimen estaría relacionado a un ajuste de cuentas pues una de las víctimas era una prestamista.

Este vecindario ha sido la escena de múltiples crímenes. El pasado viernes, sicarios a bordo de una moto asesinaron a una mujer frente a un nido y a plena luz del día.

La historia se repitió el último domingo. Más de 16 disparos acabaron con la vida de un ciudadano venezolano en San Juan de Lurigancho. La víctima manejaba su moto cuando los sicarios se desquitaron con él.

No solo Lima Este ha quedado a merced de los delincuentes. En San Martín de Porres, otra pareja de sicarios interceptó a un joven de 27 años y lo asesinaron de 10 disparos.

El viernes pasado, en Manchay, un joven quien iba en su bicicleta fue acribillado de 17 disparos por dos sicarios que le cerraron el paso, también en motos. La capital se ha convertido en el reino del miedo. Sus calles son testigos del río de sangre que al parecer ninguna autoridad o estrategia puede frenar, pues el deseo de violencia de estos asesinos a sueldo pesa más.

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