Cobro de cupos en La Victoria y El Agustino: Extranjeros que trabajan honradamente se esconden

Desde que estalló el problema de cobro de cupos a mototaxistas y comerciantes de La Victoria y El Agustino por mafias venezolanas, los extranjeros que se ganan la vida honradamente ahora intentan esconderse 

Venezolanos entre dos fuegos. Foto y video: Cuarto Poder

Ni siquiera el ajetreo logra camuflar a la nutrida colonia de ciudadanos venezolanos que sale a trabajar en esta zona de La Victoria que no hace poco conocíamos como ‘La Parada’.

Karim Suárez es uno de esos obreros que arribaron a Perú, huyendo del calvario de la pobreza, pero que hoy viven otro infierno donde pocos logran separar a justos de pecadores.

La guerra a la que alude Karim se debe al cobro de cupos a mototaxistas y comerciantes de La Victoria y El Agustino. Mafias venezolanas son las responsables.

Pero nada de eso tiene que ver con él, nos asegura este ciudadano venezolano de 33 años que únicamente es un peligro para los pollos que a diario son sacrificados para ser comercializados en los mercados desperdigados por todo el Damero C de Gamarra.

Los compañeros de Karim son conscientes del problema de las extorsiones, pero también de la diferencia que hay entre los extranjeros delincuentes y los trabajadores.

A diferencia de los que amenazan desde sus guaridas y se llenan los bolsillos sembrando miedo en la gente, el trabajo de venezolanos como Karim es útil e indispensable.

La jornada laboral de Karim comienza de madrugada y puede extenderse hasta por diez horas. Depende de la demanda de pollos sacrificados y de los viajes que deba hacer en carretilla para entregarlos en los mercados.

Pero el cansancio no solo significa sesenta soles por día trabajado. Puede volverse un paliativo para el estrés que lo agobia.

Karim lleva tres años en Perú y no recuerda que durante ese tiempo sus vecinos de La Victoria, en la zona del cerro El Pino, se hayan ensañado con él o sus compatriotas. Desde que estalló el problema de los cupos todo cambió.

Mientras más formales y empeñosos sean los venezolanos que viven o trabajan en La Victoria, más miedo sienten de vivir libremente.

Las idas y vueltas de Karim por los mercados continuarán, como él dice, hasta que Dios quiera.

Pero lo que tampoco cesará, hasta que las autoridades no acaben con el problema, es la ira de los mototaxistas víctimas de las extorsiones.

Por segunda semana consecutiva, vecinos de El Agustino salieron a exigir que se extirpe a toda mafia que cobre cupos. Su queja se hizo oír frente al Congreso.

Aquí existe una marcada diferencia entre los manifestantes: mientras algunos les reconocen a los migrantes venezolanos de bien su aporte al país, hay quienes no tienen contemplaciones a la hora de exigir una salida para la crisis.

Lo cierto es que entre los afectados puede llegar a haber más de mil mototaxistas, quienes de una semana a otra aseguran haber sumado más adeptos a su causa.

Por este incremento de la furia es que muchos venezolanos intentan esconderse.

En busca de la tranquilizadora estabilidad migratoria, muchos extranjeros – casi en su totalidad venezolanos – actualizaron sus datos en una oficina especial habilitada en el Centro de Lima. El plazo para hacerlo venció el último viernes.

El objetivo de este registro es acabar con los migrantes ilegales o de amplio prontuario que van y vienen por nuestro territorio a su antojo.

Hubo familias enteras que acudieron a regularizar su estatus migratorio hasta el último día de plazo.

Se estima que residen en el Perú son más de un millón de venezolanos. La gran mayoría, al día de hoy, paga las consecuencias de los delitos cometidos por el resto de sus compatriotas.

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