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Estados Unidos lanza una ofensiva financiera y migratoria contra redes del fentanilo


La disputa entre Elon Musk y Donald Trump ha escalado a un nuevo terreno con consecuencias directas para el programa espacial estadounidense. El fundador de SpaceX anunció que desmantelará la nave espacial Dragon si se concreta la amenaza del presidente de cancelar los contratos gubernamentales que benefician a sus empresas. La medida implicaría una parálisis inmediata de uno de los sistemas más relevantes para la NASA.
La cápsula Dragon es responsable del transporte de carga y tripulación a la Estación Espacial Internacional. Desde su entrada en funcionamiento en 2012, se convirtió en un eje clave para reducir la dependencia de lanzamientos rusos. La posibilidad de retirarla del servicio genera incertidumbre en torno a la continuidad de las misiones espaciales de Estados Unidos.
La rivalidad entre el magnate tecnológico y el mandatario republicano ha pasado del plano fiscal al estratégico. El detonante fue un mensaje en la red social X, donde Musk afirmó que SpaceX iniciaría “inmediatamente” el desmantelamiento de la nave si Trump avanza con su intención de cortar los subsidios y contratos públicos otorgados a sus compañías.
Trump había declarado que cancelaría esos acuerdos con el argumento de que así se ahorrarían “miles de millones de dólares”. Musk, en respuesta, acusó al presidente de poner en riesgo la autonomía tecnológica del país y la continuidad de misiones espaciales que dependen de la colaboración entre NASA y SpaceX.
La nave Dragon, en sus versiones de carga y tripulación, ha permitido a la NASA prescindir del uso de cohetes rusos desde la última década. En particular, la Crew Dragon ha sido esencial en el programa de vuelos comerciales tripulados, permitiendo a astronautas viajar con mayor frecuencia y seguridad.
El desmantelamiento de este sistema supondría retroceder años de avances en la exploración espacial. Además de retrasos en lanzamientos programados, la NASA enfrentaría una crisis logística sin precedentes, viéndose obligada a buscar alternativas más costosas o menos desarrolladas para mantener sus operaciones en la ISS.
La pugna entre Musk y Trump no es nueva, pero su efecto sobre la política científica es cada vez más visible. A las amenazas sobre contratos se suman enfrentamientos anteriores, como cuando Musk señaló que Trump podría figurar en los archivos sellados del caso Epstein.
Ahora, con la posible paralización de uno de los sistemas estratégicos más avanzados del país, el conflicto adquiere dimensiones que van más allá del debate político. Expertos advierten que esta situación podría abrir una brecha en la continuidad del liderazgo espacial de Estados Unidos, en un contexto geopolítico donde China y Rusia intensifican su presencia en el espacio.
Si la amenaza se concreta, no solo quedarán en suspenso múltiples misiones, sino que se cuestionará el modelo de colaboración público-privada que ha sostenido la innovación aeroespacial del país en la última década.





