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    Influenza A H3N2: ¿las diferencias con gripe y COVID-19?

    La influenza A H3N2 se diferencia del COVID-19 y el resfriado por la intensidad y rapidez de sus síntomas, pero solo una prueba clínica puede confirmar el diagnóstico.

    Foto: Observatorio Nacional de Prospectiva - Video: Canal N

    La influenza A H3N2 es uno de los subtipos más comunes de la gripe estacional. A pesar de sus síntomas intensos, su presentación clínica puede confundirse con el resfriado común o el COVID-19. Según la Organización Mundial de la Salud, la única manera de diferenciarlas con certeza es mediante pruebas diagnósticas.

    Aunque estas enfermedades comparten manifestaciones como fiebre, tos y dolor de cabeza, la intensidad, el tiempo de aparición y el tipo de complicaciones varían entre una y otra. Por eso, contar con un diagnóstico adecuado permite prevenir hospitalizaciones y proteger a los más vulnerables.

    ¿Qué síntomas tiene la influenza A H3N2?

    Los síntomas de la influenza A H3N2 aparecen de forma repentina, generalmente entre uno y cuatro días después de la exposición. Se caracteriza por fiebre alta, dolor muscular, debilidad y malestar general prolongado. También puede presentarse tos seca e intensa.

    Esta combinación de síntomas es más severa que la de un resfriado común y puede durar varias semanas.

    La fiebre y el dolor corporal suelen ser los indicadores más evidentes de una gripe estacional de este tipo.

    ¿Cómo se diferencia de un resfriado común?

    El resfriado común suele iniciar gradualmente y con síntomas más leves. La fiebre es poco frecuente y los dolores musculares casi inexistentes. Además, la congestión nasal es uno de los primeros signos, a diferencia de la influenza A H3N2, donde puede aparecer pero no es predominante.

    Ambas enfermedades son causadas por virus respiratorios, pero el resfriado no genera complicaciones graves ni hospitalizaciones en la mayoría de los casos.

    ¿Qué tiene en común con el COVID-19?

    La influenza A H3N2 y el COVID-19 comparten varios síntomas: tos, fiebre, dolor de cabeza y fatiga. Sin embargo, el COVID-19 presenta un período de incubación más largo, de hasta 14 días, y puede incluir pérdida del olfato o del gusto, aunque esto se ha reducido en sus variantes recientes.

    Ambas enfermedades pueden afectar a grupos de riesgo, pero el COVID-19 está asociado con secuelas más duraderas, como el llamado COVID persistente.

    ¿Es posible identificar cada enfermedad por sus síntomas?

    No. Según la OMS, no es posible distinguir clínicamente entre la influenza A H3N2, el COVID-19 y el resfriado común solo por los síntomas. La única forma confiable de diferenciarlos es mediante pruebas clínicas como test rápidos o PCR.

    Esto es especialmente relevante durante la temporada alta de enfermedades respiratorias, cuando pueden circular varios virus al mismo tiempo.

    ¿Qué población está más expuesta al H3N2?

    La influenza A H3N2 puede ser especialmente riesgosa para niños menores de dos años, adultos mayores de 65 y personas con enfermedades crónicas. En estas poblaciones, el virus puede causar neumonía, bronquitis y otras complicaciones respiratorias.

    Su alta capacidad de propagación puede saturar rápidamente los servicios de salud, incluso si la mayoría de casos no son graves en personas sanas.

    ¿Qué rol juegan las mutaciones del virus?

    El virus de la influenza A H3N2 cambia constantemente, lo que da lugar a subclados. Uno de ellos, el subclado K, ha causado brotes rápidos en algunas regiones. Estas variaciones pueden hacer que el virus sea más contagioso y reducir la eficacia de la vacuna anual.

    Pese a ello, la OMS ajusta cada año la composición de la vacuna para cubrir las cepas que se espera que predominen.

    ¿La vacunación protege contra el H3N2?

    Sí. La vacuna contra la gripe estacional incluye la cepa de influenza A H3N2 junto a otras como la A(H1N1) y la B. Aunque la efectividad puede variar según la variante en circulación, sigue siendo la principal medida de protección.

    Vacunarse reduce el riesgo de complicaciones graves, hospitalización y muerte, especialmente en los grupos vulnerables.

    ¿Qué otras medidas ayudan a prevenir el contagio?

    Además de la vacunación, se recomienda el lavado frecuente de manos, cubrirse al toser o estornudar, ventilar los ambientes cerrados y usar mascarilla si se presentan síntomas respiratorios. Estas acciones ayudan a evitar la transmisión de la influenza A H3N2 y otros virus respiratorios.

    En temporadas con alta circulación viral, estas prácticas son clave para reducir la carga sobre el sistema de salud.

    La influenza A H3N2 es una gripe estacional con síntomas intensos y de aparición súbita. Se diferencia del resfriado por su severidad, y comparte señales con el COVID-19. La OMS advierte que no es posible distinguir entre estas enfermedades solo por los síntomas, por lo que se requieren pruebas clínicas para un diagnóstico certero. La vacunación anual sigue siendo la medida principal de prevención, complementada con higiene y aislamiento si hay síntomas. Las variantes genéticas, como el subclado K, pueden aumentar la transmisibilidad, por lo que se actualiza la vacuna estacional cada año para mantener su eficacia.

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