La 'historia sin fin' de la línea 2 del Metro de Lima, retrasada por burocracia y desacuerdos

Las obras de la línea 2 del Metro de Lima continúan retrasadas mientras el Estado y el consorcio constructor no lleguen a un acuerdo sobre la implementación del control de pasajeros

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Así se ve desde el aire la cicatriz que han dejado en Lima los trabajos para la construcción de la Línea 2 del Metro. Y así luce metros bajo tierra esta obra que debió estar terminada en 2019, pero que – debido a postergaciones – no tiene fecha de término, pero no será antes del 2025.

Del total de la obra de la línea 2 del Metro de Lima – cuyo contrato se firmó en el 2014 – se ha avanzado, en nueve años, un poco menos del 50 por ciento.

Pese a que el proyecto tiene dos tuneladoras – Delia y Micaela – ni siquiera los 35 kilómetros de túnel por los que pasarán los trenes están excavados por completo.

La tuneladora es una máquina especializada cuya cabeza de corte perfora bajo tierra a la vez que construye el túnel por donde pasará el tren.

Con piezas traídas desde Alemania, esta mole de 140 metros tiene un taladro sin fin que saca el material excavado a través de fajas mecánicas. Sus brazos hidráulicos son los encargados de acoplar el anillo de dovelas, nombre que reciben estos bloques de concreto capaces de soportar un sismo de 9 grados.

Hace un año, se celebraba por todo lo alto la llegada de la tuneladora Delia a la estación 17 del trazado. Desde entonces, la tuneladora cavó y construyó este túnel – rumbo a la estación 16 – pero una serie de retrasos la tienen detenida desde agosto del 2022.

Debido a que la entrega de áreas de concesión es la principal razón por la que el trazado de la línea 2 se retrasa tanto, fuimos a la Autoridad de Transporte Urbano, la ATU, para conocer sus explicaciones al problema.

Según Ositran, de las 82 áreas que componen el proyecto, quedan 18 pendientes. De ellas, 13 tienen fecha retrasada de entrega. Por su parte, ATU asegura que de los 64 predios que ya se ha entregado al concesionario, en 12 de ellos no se han iniciado obras. El concesionario refuta que recibir predios fuera de los plazos estipulados por contrato, afecta su cronograma de trabajo.

Un cronograma que ha sido alterado, no solo por la pandemia, sino por una serie de promesas incumplidas desde la firma del contrato de concesión.

Un año y tres meses después de la fecha prometida por la presidenta de la ATU, aún no están todos los predios entregados. Con estos nuevos plazos, parece imposible que la Línea 2 esté concluida para el 2025, como se previó luego de la pandemia.

El viceministro de transportes y representantes del consorcio constructor tuvieron una reunión para inspeccionar la tuneladora paralizada. Los encargados de obra aseguraron que la máquina recibe mantenimiento constante para que esté en óptimas condiciones y pueda funcionar en la la fecha prevista.

Pero que la tuneladora deba estar medio año más detenida no es el único problema que salta a la vista en la estación 28 de julio, ubicada en el corazón de Gamarra.

Lo paradójico aquí es que mientras la obra no avanza, el único tramo que está terminado no puede operar. En Santa Anita, esta estación de la Línea 2 del Metro de Lima – con capacidad para cientos de pasajeros – luce así. Junto con otras cuatro estaciones en similares condiciones tuvo que estar disponible al público en noviembre de 2021.

Sin embargo, casi un año y medio después, todo está paralizado porque el estado peruano y el consorcio constructor no se ponen de acuerdo sobre la implementación del sistema de control de pasajeros.

Esta parte del Metro permitiría ir desde Ate a Santa Anita, por debajo de la Carretera Central, en solo diez minutos.

Por si fuera poco, las demoras y entredichos han hecho que el estado y el concesionario estén en medio de tres arbitrajes internacionales que nos costarán muchísima plata en penalidades. Además, ambas partes pierden dinero por cada año que la puesta en marcha del tren se atrasa.

La línea 2 del Metro nos costará – fuera de las eventuales penalidades – 5 mil 500 millones de dólares. Y una ciudad como Lima necesita, cuando menos, cuatro líneas más si no quiere morir ahogada en el tráfico. Pero lo peor es que, a nueve años de firmado el contrato, no sabemos ni siquiera cuándo estará terminada la obra.

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