Hoy:

    Extorsión al transporte público: Muerte al volante

    Las bandas criminales han convertido el transporte público en un negocio sangriento

    Extorsión y muerte al volante en las calles de Lima. Video: Cuarto Poder

    Es el último atentado contra un chofer de transporte público. Entre gritos y desesperación sus compañeros trataban de darle los primeros auxilios, pero todo era en vano. El cuerpo de Loymer Noé Benigno yacía en el suelo del bus que manejaba, mientras que los pasajeros huían como podían, escapando del terror.

    Loymer Noé no vio venir la muerte. Estaba al volante, enfocado en avanzar, en cumplir con su recorrido, en llevar a salvo a los pasajeros que viajaban con él…. Pero, la noche del viernes, la amenaza contra la empresa Los Chinos se convirtió en muerte.

    Murió con el uniforme puesto dentro del mismo bus que tantas veces mostró con orgullo en sus redes sociales.

    Días antes, las amenazas llegaron directamente al celular de Loymer Noé y de sus compañeros. Ellos, sin embargo, seguían adelante porque el deber y -sobre todo- la necesidad no les dejaba otra opción.

    Cada bus que recorre las calles de la capital es un blanco en movimiento. Las bandas criminales han convertido el transporte público en un negocio sangriento: cobran cupos, amenazas y disparan a los buses en plena ruta. Ya no importa que existan pasajeros a bordo o que estemos en medio de un estado de emergencia.

    El miedo los rodea. Cada banda quiere controlar las rutas, imponer sus tarifas, marcar su territorio a punta de balas. En medio de esta guerra están los conductores atrapados y desprotegidos, obligados a elegir entre pagar, callar o morir.

    Las amenazas, la extorsión y los atentados han roto la tranquilidad de todos, no solo de los chóferes, también de quienes usan el transporte público.

    Subirse a un bus, una coaster o una combi es adentrarse en un viaje de incertidumbre. Los choferes, evitan hablar y solo se encomiendan a las estampitas que los acompañan en cada ruta mientras los pasajeros viven el mismo tormento. Viajar en transporte público es un recorrido en el que también se asoma la muerte. Lo que debería ser rutina, se ha transformado en un viaje marcado por el miedo y la angustia.

    No hay quien frene a la extorsión. Hoy, cada unidad de transporte público es un blanco en movimiento, y cada pasajero, un testigo forzado del terror que se ha apoderado de las calles.

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