Dina Boluarte defiende su gobierno en foro turístico

La presidenta Dina Boluarte aprovechó la inauguración del Perú Travel Mart 2025 para proyectar liderazgo y reafirmar el discurso de estabilidad democrática. En su intervención, mezcló cifras alentadoras del sector turismo con un mensaje político directo, dirigido a quienes —según afirmó— pretenden interrumpir la institucionalidad por intereses minoritarios.

¿Qué significa hablar de democracia en un foro turístico?

Boluarte declaró: “Seguiremos afianzando en mi país por esa democracia que no debe ser interrumpida por el gusto o antojo de una minoría que se ha quedado enclavada en los años 40 o 50”. Si bien el evento tenía una agenda estrictamente económica y comercial, la jefa de Estado usó su intervención para defender la continuidad democrática, enfatizando que el respeto al Estado de derecho y la Constitución es una prioridad de su gestión.

Estas declaraciones llegan en medio de persistentes cuestionamientos a su legitimidad, reflejados en bajos niveles de aprobación en las encuestas, y luego de una serie de movilizaciones sociales ocurridas en diversas regiones del país desde su ascenso al poder.

¿La reactivación del turismo puede convertirse en bandera política?

Durante el evento, Boluarte sostuvo que la meta de su gobierno es alcanzar 5.2 millones de visitantes internacionales hacia el 2030. En 2024, según sus cifras, se habría registrado el arribo de más de 3.2 millones de turistas, lo que representaría un crecimiento del 29 % respecto al año anterior.

“Estamos en camino a lograrlo con políticas claras, inversión inteligente y el compromiso de los peruanos y peruanas que hacen del turismo una vocación”, afirmó.

Estas cifras fueron presentadas como símbolo de recuperación, pero también como evidencia de un gobierno funcional, capaz de gestionar resultados concretos. La descentralización del Perú Travel Mart hacia regiones como Arequipa, Cusco, Piura y Amazonas fue destacada como una muestra del compromiso por integrar a las regiones en la reactivación económica.

¿Por qué arremeter contra las encuestas y hablar del papa?

Tres días antes, en un evento por el Día del Campesino en La Molina, Boluarte lanzó duras críticas contra las encuestadoras que registran su baja popularidad. "Ahí deberían ir a preguntar, a las más de 26 mil familias campesinas beneficiadas”, dijo, cuestionando la metodología y representatividad de estos estudios.

En esa misma ocasión, evocó una audiencia privada con el papa Francisco, a quien citó diciendo: “Lo está haciendo bien. No se olvide del campesinado peruano. Usted tiene mi apoyo”. El gesto apunta a reforzar una imagen de aprobación externa y, simbólicamente, divina, ante una ciudadanía crítica y polarizada.

Para algunos analistas, el uso del respaldo papal y las cifras turísticas podría formar parte de una estrategia para contrarrestar la narrativa de ilegitimidad y mostrar resultados tangibles.

¿Es efectiva esta narrativa frente al desgaste político?

El discurso presidencial apela a una idea central: la unidad frente al conflicto. En ambos eventos, Boluarte instó a “alejarse de las mentiras, intrigas y rumores” y a mantener la cohesión como vía para el desarrollo. La narrativa se construye en contraste con una oposición a la que retrata como anacrónica, obstructiva y desconectada de la realidad nacional.

Sin embargo, la percepción ciudadana parece seguir marcada por una desconfianza institucional que el Ejecutivo aún no logra revertir. Las menciones a logros técnicos —como el crecimiento del turismo— no necesariamente se traducen en respaldo político si no van acompañadas de reformas estructurales o una mayor legitimidad democrática.

¿Cuál es el límite entre el impulso económico y la retórica política?

Si bien el Perú Travel Mart es una vitrina para promover servicios turísticos y captar inversión extranjera, el mensaje de la mandataria transformó el espacio en una plataforma política. La inclusión de mensajes políticos en foros económicos no es nueva, pero en contextos de alta polarización puede resultar contraproducente.

El desafío del gobierno será sostener estas metas en el tiempo sin depender exclusivamente del discurso, y lograr que los resultados económicos se perciban como parte de una gestión sólida y no como un esfuerzo por validar políticamente un mandato cuestionado desde su origen.