El desborde de la laguna 'La Niña' que destruyó la carretera Chiclayo-Parachique

Las intensas lluvias a nivel nacional provocaron el desborde de la laguna ‘La Niña’, destruyendo la carretera y aislando a miles de ciudadanos de la provincia de Sechura

 

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En Piura no deja de llover. Y, como dice el dicho: tanto va el cántaro el agua, hasta que lo rompe. Las precipitaciones alimentaron al río Piura e hicieron crecer a ‘La Niña’ más hiperactiva de la región. El desborde de la laguna ‘La Niña’ trató como juguetes viejos a camiones de carga y a la pista de asfalto que une Bayóvar con Lambayeque.

Esta carretera les ahorraba dos horas de viaje a las personas – básicamente comerciantes – que iban desde las costas de Parachique – en Piura – hasta Chiclayo.

Cuando llegamos al punto donde ‘La Niña’ hizo su rabieta, notamos la magnitud de su pataleta. El camino había dejado de ser terrestre y pasó a ser fluvial.

Carlos Véliz es un pescador que, por baja cosecha en la mar y por exceso de ingenio, es ahora, con 76 años, capitán de navío. Con su bote marisquero, a cambio de tres soles por persona, transporta pasajeros de un lado a otro, surcando aguas de tres metros de profundidad.

Bryan es un joven de 20 años que no puede quedarse varado. Tiene un bebé de cinco meses al que solo le importan sus propias travesuras de niño.

El trayecto es breve, y obliga a tomar otro colectivo si se quiere llegar a Parachique o Chiclayo. El pequeño Levan tuvo su primera aventura, pero solo recordará el cálido abrazo de su madre, Alejandra. A menos que crezca y las cosas sigan como siempre.

La primera vez que Carlos transportó personas en vez de mariscos en su bote fue en 2017. No hay nadie como él para saber que las lluvias aquí no son cosa de niños. Esta es la nueva normalidad en la carretera Chiclayo – Parachique. Y la seguirá siendo mientras ‘El Niño’ y ‘La Niña’ no tengan correctivos definitivos.

Nuestra siguiente parada será la ciudad de Piura, desde donde trataremos de descifrar la furia del aparentemente sereno río que la atraviesa, y cómo influye directamente en la mayor o menor furia de la laguna La Niña.

Los daños causados por los desbordes del río en el 2017 obligaron a pensar en un Plan Maestro que solucione todos los problemas a la vez. Pero en tres años las gestiones regionales no fueron capaces de culminarlo.

En diciembre del año pasado, la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios terminó el Plan Maestro. El objetivo primordial es evitar desastres en zonas pobladas de las cuencas alta, media y baja del río Piura.

Hace cuarenta años, el río Piura desembocaba en el mar por la zona de Chilluyachi, en Sechura. Sin embargo, su cauce varió y, en su camino al océano Pacífico, ahora inunda varios lugares sin preparación adecuada para ello.

A partir de Chutuque, localidad ubicada a 40 kilómetros de la ciudad de Piura, el río empieza a formar lagunas. La más conocida de todas es ‘La Niña’, extensa masa de agua empozada que se descontrola cuando las lluvias se incrementan.

Esta laguna se gestó durante el fenómeno de El Niño de 1998, pero tardó poco en salirse de las manos de las autoridades. El Plan Maestro contempla un canal que haga discurrir sus aguas de forma ordenada.

El cauce del río Piura, modificado por acción humana, desemboca, tras su paso por La Niña y el sistema lagunar circundante, en una bahía cien por ciento pesquera.

Cerca de Virrilá se ubica el poblado de Parachique, dedicado casi por completo a la cosecha de conchas de abanico, especie que desaparece cuando el agua dulce del río Piura llega a su bahía sin control alguno.

Muchos pescadores dejan de buscar las notables conchas de abanico, cuyo valor llega a los 120 soles por kilo en el mercado internacional, y se resignan a tentar suerte con peces de río que les permitan pasar el día.

Pedro no ha podido pescar nada hoy. Todo lo que él y su hermano Jorge llevarán a casa está en este balde de agua turbia.

El Plan Maestro contiene opciones de solución para la problemática salida al mar del río Piura. De todas ellas, que incluye la alternativa de devolverle su desfogue natural por Chillullachi – en Sechura –, la más viable es la que lleva el cauce del río Piura hasta la playa Reventazón, lejos de cotizados mariscos.

Ejecutar las obras que frenen el caudal del río, lo encaucen y lo lleven al mar por rutas seguras, podría llegar a costar más de 4 mil millones de soles. Cifra menor, si consideramos la magnitud de no hacer absolutamente nada.

El único problema es que todo este bolsón de obras, que suman más de cien en total, tardaría hasta diez años en cristalizarse. Reconstrucción con Cambios asegura que las advertencias de nuevas lluvias y niños costeros le corresponde encararlas a los gobiernos locales, quienes tienen montos asignados cada año con el fin de prevenir desastres naturales.

El río Piura nos ha mostrado, muchísimas veces, lo que es capaz de hacer: por lo pronto hay un Plan Maestro que podría evitar desgracias en el futuro. Pero queda claro que sin voluntad y sin metas claras toda obra quedará chica ante la inmensidad del problema.

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