Crisis sanitaria en Nueva Requena: Servicios básicos de salud lucen totalmente abandonados

Los vecinos del distrito de Nueva Requena, en Ucayali, atienden sus problemas de salud en un consultorio en plena calle y camillas a la intemperie

Video: Cuarto Poder

Estos murciélagos que vuelan de manera incansable no están aturdidos solo por la luz del día. Se hallan desorientados porque nosotros, los humanos, hemos ingresado a este ambiente que se ha convertido desde hace muchos meses en su hogar.

Pero no crea que estamos depredando la naturaleza y su hábitat natural. Todo lo contrario. La guarida de estos mamíferos voladores - capaces de transmitir la rabia - es nada menos que un centro de salud perteneciente al primer nivel sanitario.

Este impensado nido de murciélagos en un centro de salud se encuentra en medio de la llanura amazónica en la región Ucayali, específicamente en el distrito de Nueva Requena.

Pero lo más increíble es que, a cinco minutos del viejo centro de salud, ha sido levantado lo que debería ser un moderno hospital. Este edificio abandonado - que no tiene murciélagos, pero tampoco instrumental médico - debió ser inaugurado en el 2021, pero en los últimos dos años ha estado más cerca de quedar como un monumento a la ineficiencia que de atender los males de salud de los vecinos de Nueva Requena.

Este extenso pueblo, en su mayoría repleto de bosque tropical, se ubica a una hora de Pucallpa por vía terrestre. Desde Lima, cualquier provisión debería llegar en apenas dos horas hasta allí.

Por estos días, la carretera principal está en perfectas condiciones y permite que los mototaxis se confundan en medio de los automóviles. Pero hay partes del camino que reciben reparación a paso muy lento y generan cierres de vía a ciertas horas del día.

Bertila Sangama es enfermera técnica y está acostumbrada a realizar este viaje casi a diario. En 2011, se incorporó al equipo sanitario del centro de salud de Nueva Requena, y lleva doce años viendo en primera fila el irreparable daño de su infraestructura.

Actualmente, el centro de salud tiene un consultorio en plena calle y camillas a la intemperie a las que el agua de la lluvia no perdona. En estas condiciones se atienden los pacientes de estas comunidades ucayalinas, quienes llegan por todo tipo de males.

Por dentro la situación tan solo empeora. Hay mobiliario médico amontonado como chatarra, cableado eléctrico expuesto a cortos circuitos, y paredes descascaradas por efecto de los mil y un agujeros que aparecen un día sí y otro también en el techo.

La parte baja del distrito de Nueva Requena está al borde de la cocha Tipishca, que durante los meses de lluvia en la selva – de diciembre a marzo – eleva su caudal e inunda todo a su paso. El centro de salud, construido ilógicamente en esta zona, es uno de los lugares más afectados por las crecidas.

Este video corresponde a una de las evacuaciones que hubo en la última temporada de lluvias. Cargando cúlers con vacunas y muestras de laboratorio, el personal médico y asistencial cruza Nueva Requena como puede en busca de zonas altas y secas.

Los congeladores que componen la cadena de frío y las endebles historias clínicas, cuyo destino nunca será la digitalización, son los objetos que tienen prioridad de evacuación cada vez que el centro de salud se llena de agua. Todo lo demás se malogra sin remedio.

Cada vez que las aguas bajan y se puede volver a la posta, los trabajadores se encuentran con nuevos inquilinos que dejan su huella en lo que alguna vez fueron consultorios.

Con Bertila recorremos todo el centro de salud y llegamos hasta una sala de rayos equis que es ahora un remedo de almacén.

Periódicamente, el personal del centro de salud rompe partes del cielo raso a fin de desalojar a los invasores y tener menos contaminados los consultorios. Pero, pese a todos los intentos, los murciélagos se multiplican cada vez más.

Al otro extremo del pueblo, en la parte alta de Nueva Requena, Harold Igarza se prepara para salir a vender refrescos helados y postres hechos en casa.

Su punto de venta es el frontis de la municipalidad de Nueva Requena, entidad donde trabajó durante varias gestiones en distintas áreas de gestión.

Este exfuncionario municipal sufrió en carne propia las carencias del centro de salud de Nueva Requena cuando llegó aquí en 2008 tras sufrir un accidente vehicular.

Recuperado de sus heridas en la pierna, que le valieron muchos viajes ida y vuelta a Pucallpa, y alejado de la función edil, Harold no ha dejado de atestiguar el abandono en que se encuentra el centro de salud de Nueva Requena. Cuenta que cuando la maleza rodea el lugar, las culebras se aparecen en medio de los pacientes.

El presupuesto es tan escaso que los propios trabajadores deben reparar las canaletas que se bloquean durante las lluvias.

La sala de partos del centro de salud siempre está sucia pues del techo no dejan de caer heces de murciélago. Y por si fuera poco, la única ambulancia útil que tiene este centro de salud está en pésimas condiciones mecánicas y de implementación médica. La segunda ambulancia es un resumen perfecto del estado sanitario de todo el distrito.

El “mini hospital”, como le llaman los requeninos al edificio nuevo que será un centro de salud categoría I-4, fue planificado desde hace más de cinco años como reemplazo de la vieja posta.

El lugar - que contará con ambulancia fluvial para llegar a comunidades río arriba y río abajo - está fuera de las zonas inundables y debería soportar sin problemas las temporadas de lluvia.

Sin embargo, pese a ser una solución urgente, esta construcción ha sufrido múltiples retrasos y, al día de hoy, está paralizada, como constató, en exclusiva, nuestro corresponsal días atrás.

Por dentro, se observa pasillos terminados, pero carentes de acabados. Los techos no están un cien por ciento culminados, lo mismo que los baños. Todo en completo abandono.

Harold, el hombre que vivió en carne propia las falencias del actual centro de salud, cuenta que, durante la ejecución del nuevo hospital, que inició en 2019, las autoridades locales hicieron observaciones sobre falencias en el diseño del edificio. Todas subsanables.

En las oficinas del gobierno regional de Ucayali, entidad a cargo de esta mega obra, su gerente general explica que la actual gestión encontró los trabajos paralizados.

Se tuvo que aprobar adicionales de presupuesto y agilizar procesos, explica, pues el diseño del expediente no incluía una planta de tratamiento de agua para el hospital.

Todo esto ha hecho que el hospital deje de costar los 18 millones de soles que en un inicio se había proyectado como inversión y pase a costar hoy 20 millones de soles.

Pero el problema no es el incremento del gasto, sino que el complejo sistema financiero de la Nación no ha incorporado las partidas, y no se puede pagar ni a proveedores ni a trabajadores para que finalicen los acabados y los minúsculos detalles que restan pulir.

Sin embargo, hay un problema aún mayor: y es la inminencia de la temporada de lluvias en la selva. No se sabe cuántas inundaciones más resista el viejo centro de salud.

Por lo pronto, su reemplazo, el inacabable “mini hospital”, es la única solución a la vista para la crisis sanitaria que amenaza Nueva Requena, distrito donde los servicios básicos de salud lucen totalmente abandonados.

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