Irán: Alí Jameneí y su poder como líder supremo desde 1989
Desde la muerte de Jomeiní, Alí Jameneí concentra el poder político, religioso y militar de Irán. Su rol es clave en el actual conflicto regional.
Alí Jameneí ejerce el cargo de líder supremo de Irán desde 1989, año en que sucedió al ayatolá Ruholá Jomeiní. A sus 86 años, Jameneí ostenta la autoridad más alta del país, por encima del presidente, y tiene bajo su mando las Fuerzas Armadas, el sistema judicial, los medios estatales, así como la dirección estratégica de la política exterior y militar iraní.
Aunque Masoud Pezeshkian es el actual presidente y gestiona temas internos, toda decisión de peso debe contar con la aprobación del líder supremo, quien además es la figura espiritual más influyente del islam chií duodecimano, mayoritario en Irán.
De clérigo revolucionario a figura central del régimen
Jameneí nació en 1939 y fue un activo opositor al régimen del sha antes de la revolución de 1979. Tras la instauración de la República Islámica, ascendió rápidamente en la jerarquía política. Fue viceministro de Defensa, presidente entre 1981 y 1989, y tras la muerte de Jomeiní, fue designado por la Asamblea de Expertos como nuevo líder supremo.
Desde entonces ha dirigido al país en momentos clave como la guerra Irán-Irak, las sanciones internacionales por su programa nuclear, el acuerdo del 2015 y las constantes tensiones con Israel, Estados Unidos y Arabia Saudita.
Crisis regional, salud frágil e interrogantes sobre la sucesión
En medio del actual conflicto con Israel, que ha escalado con ataques a figuras militares de alto rango iraní, el nombre de Jameneí volvió a los titulares. Israel no ha descartado que sea un eventual objetivo militar, mientras en Irán crecen las especulaciones sobre su estado de salud y quién podría sucederlo.
El líder supremo no ha abandonado Irán en más de tres décadas y evita apariciones prolongadas. Pese a ser considerado un símbolo de resistencia por sus seguidores, enfrenta cuestionamientos internos por la represión a las protestas ciudadanas, el deterioro económico y el aislamiento internacional del país.
A puertas de una posible transición, su figura se mantiene como eje del poder iraní y pieza clave en el desarrollo del conflicto geopolítico en Medio Oriente.











