Pasión sin frenos

Una exposición de fanáticos de Transformers, es lo último en Cusco, donde se viene filmando la más reciente entrega de la franquicia

Cuarto Poder

Hace unas semanas unos señores, declarados como los más fervientes fanáticos y coleccionistas de los robots de los célebres Transformers, anunciaron algo grande para octubre. Y esa noticia se convirtió en una realidad espectacular.

Se dejaron de juegos con muñecos de plástico y pasaron a las ligas mayores. Los socios de la asociación cultural Transformers Cusco ahora son poseedores de algunos de los camiones y automóviles de la saga robótica. Mejor dicho, copias fieles.

Un precioso Camaro, el Bumblebee de la ficción, es uno de los favoritos, incluso en barrios acomodados del Cusco como Wanchaq, donde ante tamaño armatoste la gente abandona sus quehaceres para acudir presta a llevarse un recuerdo.

Mientras el equipo de la Paramount sigue en Cusco grabando escenas para las nueva película de Transformers: El despertar de las Bestias, bajo estrictas normas de confidencialidad, ya se van filtrando algunas escenas que han dejado boquiabiertos a los cusqueños (destrucción de muros y estructuras semejantes). Estos fans locales realizan caravanas de tres y hasta seis autos tuneados para jalar todas las miradas de una ciudad que de pronto se siente una sucursal de Hollywood.

En una de las caravanas por la moderna avenida de la cultura que culminó en la plaza Túpac Amaru la gente estaba tan encantada con la aparición robótica que hasta los custodios del orden sucumbieron a la fantasía. Otros policías mostraban una sana envidia pero también terminaban probando el mito con su propia piel.

Pero estas caravanas que desatan la alegría no son sino el pretexto para la gran exposición que los miembros de la asociación cultural de marras han montado en un colegio que ahora ya no recibe estudiantes sino fans de la película viral.

Ahí se luce la versión sobre ruedas de Megatrón. Su dueño tenía en desuso este Mercedes Benz del 76 que fuera comprado en remate público al Ejército.  Luego de desempolvarlo, conseguirle sus piezas originales y transformarlo en tiempo record, rueda ahora amenazante por calles y plazas como todo un titán.

Este es un pedestal donde los engreídos son los autos que acompañaron la infancia de muchachones que no se avergüenzan de su fidelidad a lo que en verdad es ahora una pasión desenfrenada. Pero la exhibición de fondo está en las aulas de esta escuela Transformer.

Esta muestra ya va recibiendo unos diez mil visitantes y algunos niños en edad escolar no pagan el ingreso, si se coordina con anticipación. Como dicen ellos, el pueblo cusqueño no tuvo este año ni Inti Raymi, ni Corpus Christi, pero la pandemia no pudo con la fiebre de los Transformers.

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