Indigentes fueron rescatados de acantilados de la Costa Verde

Personas sin hogar, muchas veces, han sido sorprendidas cometiendo robos al paso o buscando refugio en zonas peligrosas de Barranco.

Foto y video: América Noticias

Son rincones desconocidos para todos los que caminan por el hermoso malecón barranquino, pero no para aquellos que buscan un refugio en las noches. Esta es la otra cara de uno de los distritos más turísticos de Lima.

La mayor parte de los indigentes que se esconden en estos rincones casi inaccesibles en pleno acantilado, son personas de mal vivir ya identificadas por el serenazgo y la policía. Otros han caído en desgracia y solo buscan a diario un lugar donde pasar la noche.

Este ciudadano boliviano dice tener 16 años en el Perú y desde hace dos meses, este lugar en mitad del barranco, se ha convertido para él en una suerte de hospedaje callejero. El serenazgo barranquino ya conoce a este otro violento personaje que se pasea por el malecón junto a su mascota.

No respeta al serenazgo, incluso los reta e insulta como quiere. Es un ciudadano venezolano que utiliza cualquier parte del malecón como baño público. Se identifica así mismo como Jackson Zavala, no tiene documentos y poco se sabe de su vida, pero desde hace un buen tiempo vive de la caridad de algunos vecinos mientras que hace de las suyas en las calles de barranco.

En estas imágenes, incluso lo vemos agrediendo a un agente del serenazgo que lo intervino por faltar a las buenas costumbres y otro día hasta le aventó a un agente una botella de vidrio. Las autoridades del distrito ya tienen identificadas todas las guaridas de los indigentes que causan disturbios en Barranco.

Alias “Lolo”, responde al nombre de Luis Humberto Salazar Romero, un asiduo visitante de la comisaría de Barranco que cada vez que es capturado es liberado. En estas imágenes lo podemos ver cometiendo una de sus fechorías. Ingresa a una tienda de la avenida Grau, se acerca a la vitrina y se guarda varios objetos dentro del pantalón, luego toma más cosas y sale tranquilo y despreocupado.

Otro de los individuos que utiliza el acantilado para esconderse, fue este ladrón de una batería de auto, quien se mueve veloz en la noche para no ser detenido. O estos dos sujetos que estaban a punto de robar un medidor de agua cuando fueron descubiertos por las cámaras de seguridad.

Escondido entre los matorrales, este hombre fue intervenido justo antes de iniciar el consumo de terocal en pleno acantilado. Este acantilado barranquino, esconde rincones que incluso desde la pista en la costa verde pasan desapercibidos. Descubrimos que, en este distrito, cualquier rincón o recinto abandonado resulta un buen lugar para que drogadictos y delincuentes puedan esconderse.

Por más empinado o peligroso que sea el camino, a diario esta vertical enverdecida por plantas y arbustos, alberga a decenas de visitantes clandestinos que no temen a las alturas, ni al serenazgo, ni a la policía. Que pasan sus días huyendo y escondiéndose de la comunidad, en muchos casos delinquiendo y utilizando estos refugios para no ser detenidos.

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