Hoy:

    Extorsión en Perú: aumenta uso de explosivos y granadas

    Granadas y cartuchos de dinamita son las armas predilectas del crimen organizado en el Perú. La población pide al Gobierno frenar los actos de violencia.

    Foto y video: América Noticias

    La extorsión en el Perú tiene un sonido: el de las explosiones que atentan contra la vida de quienes se niegan a pagar un cupo.

    Negocios, viviendas y vehículos han sido blanco de ataques con artefactos explosivos en diversas ciudades del país.

    Desde Lima hasta Trujillo y Huaraz, los delincuentes han encontrado en el terror su mejor herramienta para presionar a emprendedores y empresarios.

    En San Juan de Lurigancho, un explosivo fue detonado en la puerta del dirigente vecinal John Bonifacio. El ataque no solo dañó su casa, sino también un vehículo estacionado cerca. El motivo: extorsión.

    Los criminales buscan establecer un sistema de seguridad ilegal, cobrando cupos a los dirigentes vecinales para "proteger" la zona.

    En Comas, una familia vivió momentos de terror cuando, mientras dormían, un explosivo detonó en la puerta de su vivienda. Aunque no recibieron amenazas previas, días antes rechazaron a prestamistas que operan bajo la modalidad del "gota a gota".

    Los negocios tampoco se salvan. En Comas, la pollería La Fogata fue atacada con un explosivo dejado en una bolsa de rafia. Tras la detonación, un delincuente grabó los daños con su celular, una advertencia para otros comerciantes.

    En la avenida Universitaria, una casa de apuestas fue blanco de un atentado con explosivos. Aunque no hubo heridos, el negocio cerró definitivamente. Las autoridades investigan si el ataque está vinculado a Erick Moreno Hernández, alias "El Monstruo".

    En Huaraz, la discoteca Mega Encanto fue el epicentro de una explosión que dañó vehículos cercanos. Aunque el dueño niega haber recibido amenazas, el mensaje de los extorsionadores ya está dado.

    En Trujillo, la casa de un empresario minero en la urbanización Palermo fue atacada tras negarse a pagar cupos. También en Miraflores, una tienda de llantas sufrió la detonación de un artefacto explosivo que destrozó su fachada.

    Pero la violencia no solo afecta a grandes empresarios. En El Porvenir, Trujillo, una ferretería fue atacada con un explosivo lanzado desde una moto lineal.

    Los ataques con granadas y explosivos caseros han dejado de ser un caso aislado. En el Perú, la tranquilidad parece tener un precio.

    Las autoridades han iniciado investigaciones, pero la violencia no da tregua. Los extorsionadores siguen sembrando el miedo, dejando claro que en el país, trabajar con honestidad se ha convertido en un desafío peligroso.