Ecuador: El testimonio del conductor de TV que fue amenazado y tomado rehén

En exclusiva, Domingo Al Día conversó con José Luis Calderón, el conductor de TC Televisión de Ecuador que fue secuestrado cuando se encontraba en vivo. "Nos dijeron que querían dar un mensaje", reveló

José Luis Calderón fue amenazado y tomado rehén en vivo por la TV de Ecuador - Foto y video: América Noticias

Ecuador respira terror y caos por doquier, provocado por organizaciones catalogadas como terroristas ligadas al narcotráfico, tras la fuga de José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, cabecilla del grupo criminal más sanguinario del país del norte, Los Choneros. Delincuente que podría buscar ocultarse en el Perú.

José Luis Calderón lo vivió en carne propia. En exclusiva, cuenta a Domingo Al Día su desgarrador testimonio. Con la escopeta a la cabeza, exigían al presentador de noticias pedir que no llamen a la policía. Con armas de largo alcance, granadas y material explosivo irrumpieron en el canal TC Televisión. La consigna era comunicar un mensaje.

Las imágenes han dado la vuelta al mundo. Eran las dos de la tarde, en plena emisión en vivo del noticiero, unos 13 pistoleros no dudaron en encañonar, golpear y patear a los trabajadores de la casa televisiva. Tampoco tuvieron reparo en colocar un cartucho de dinamita en el bolsillo del periodista.

Tras dos horas de zozobra y tensión, donde el personal de gama y TC Televisión rogaban por su vida. La policía ingresó, se escucharon ráfagas de disparos, hasta que llegaron al estudio y con la señal fuera del aire negociaron la liberación de los rehenes.

Otros periodistas lograron escapar por una construcción aledaña. Abrazaron a su familia que pensaron que nunca más volverían a ver. Los escombros dentro del canal de televisión son el resultado del alto nivel de violencia que vivieron, un asalto nunca antes visto en la historia de Ecuador y que es atribuido a Los Tiguerones.

En simultáneo, Choneros, Lobos y Tiguerones tomaron varios puntos de Guayaquil. Motines en cinco cárceles, matan, torturan y amenazan. Son 135 entre guías penitenciarios y personal administrativo secuestrados.

Incendian autos y disparan a todo aquel que se cruce en su camino. Escolares, universitarios, y familias enteras han sido víctimas de sus ataques sin piedad. Macabras escenas como estas se ven en los últimos días, tres personas calcinadas al interior de un vehículo. Según investigaciones de agentes de inteligencia ecuatorianos, parte del armamento que usaron los criminales sería contrabandeado desde Perú y Colombia.

Se hacen llamar Tiguerones. Están en territorio peruano y podrían dar refugio en nuestro país a los criminales recién fugados de la prisión, quienes serían los causantes del infierno que vive Ecuador.

Le dicen Fito y su nombre es José Adolfo Macías Villamar, cabecilla de Los Choneros. No se sabe exactamente cuándo huyó de la cárcel regional de Guayaquil, pero se dieron cuenta de su ausencia el domingo.

Como si fuera una estrella, así le hacían murales al interior de la cárcel. Él podría ser recibido en el Perú, por una de las mafias más temidas del Ecuador y que ahora está enquistada en nuestro país, peligrosos sicarios, extorsionadores y narcotraficantes, conocidos mundialmente por los tatuajes que llevan para diferenciarse en el mundo criminal.

Esos tigres ya son conocidos para la policía peruana, hace unos meses 9 de sus cabezas fueron capturadas en Los Olivos. El gobierno peruano ha decidido no cerrar las fronteras, pero sí controlar el ingreso de los diferentes pasos para evitar el acceso de alias Fito.

Fabricio Colón Pico es otro cabecilla, pero de la organización Los Lobos. Intenta negociar su entrega ante las autoridades. Él escapó de la cárcel, donde estaba recluido mientras era investigado por presuntamente atentar contra la vida de la fiscal general de Ecuador, Diana Salazar.

Mientras el país del norte ya tiene 10 muertos, uno de ellos un conocido cantante que recogía a su niño del colegio y recibió una bala perdida, la paralización de todo un país que, además de las medidas restrictivas, no sale por temor de no regresar con vida a casa.

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