Callao: nuevas mafias de narcos se disputan el control del primer puerto

Sólo entre enero y mayo se frustró el envío al extranjero de casi media tonelada de cocaína de la más alta pureza

Mafias siguen disputándose control del primer puerto.

El ataque a punta de balas y granadas al porsche de Gerald Oropeza López puso en evidencia la sangrienta disputa que había entre este joven y Gerson Gálvez Calle, Caracol, nada menos que por el control absoluto del puerto del Callao.

Para la Policía, ambos personajes, prácticamente, se habían convertido en las cabezas visibles de una red mafiosa, dueña de la más grande exportación de droga enviada por mar desde el Callao, bajo la modalidad del denominada como ‘preñado de containers’.

Con Gerald Oropeza López, preso en una fría celda del penal de Challapalca, y con Caracol, en la prisión de Piedras Gordas, procesados por el presunto delito de tráfico de drogas, ahora en el Callao son nuevas mafias las que han tomado la posta del ilícito negocio. Mafias que burlan los controles aduaneros y que no se detienen ni ante los duros golpes de incautación llevados a cabo por la Policía Antidrogas.

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La Dirección Antidrogas, Dirandro, ha frustrado, sólo entre enero y mayo, el envío de casi media tonelada de cocaína de la más alta pureza a tierras extranjeras. Se trata de ladrillos de droga que fueron camuflados entre productos de exportación como madera, plástico, piezas de chatarra y hasta entre pomos de alcachofas.

Este año, hace algunos meses, en el terminal portuario de la empresa concesionaria DP World, personal de inteligencia marítima dio con un container ‘preñado’ que iba a ser enviado a México. Cuando los agentes abrieron el contenedor encontraron tres maletas de color negro que fueron acondicionadas a simple vista.  Al abrir las maletas, la Dirandro dio con más de 110 kilos de cocaína forrada en plástico grueso que, al ser expuesta al reactivo químico, dio positivo. 

Detrás del tráfico ilícito de drogas está toda una cadena mafiosa que conoce muy bien el sistema de transporte y control de los contenedores. El negocio es tan rentable que hemos visto cómo estibadores, contratados por las empresas concesionarias del muelle del Callao, se agarran a balazos por el monopolio del trabajo sucio o, simplemente, aparecen asesinados en las calles chalacas por un ajuste de cuentas.

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El dos de mayo último, la Policía Antidrogas incautó uno de los  mayores cargamentos de cocaína que llegó a pesar casi 140 kilos. Los bloques de pasta básica estaban escondidos entre maderas de shihuahuaco, las cuales iban a ser llevadas a Holanda.

La Dirandro ingresó hasta la zona del muelle administrada por la empresa APM Terminal y lo primero que halló fueron precintos de seguridad clonados. Es decir, una vez pasado los controles aduaneros, la mafia corta los candados gigantes de las puertas de los containers con una cillaza. Luego, introduce la droga en cuestión de minutos y, finalmente, sella la operación con nuevos precintos, pero adulterados.

Estos 120 paquetes de droga, acondicionados en tres maletas, tenían forro propio e, incluso, logo de identificación del cártel exportador de cocaína. Toda una industria ilegal planificada al detalle.

Cada espacio libre, por pequeño que sea, es aprovechado por las bandas dedicadas al tráfico ilícito de droga. Aquí vemos cómo, agentes de la Dirandro, pasan mano a mano cada ladrillo de coca encontrado nada menos que entre alcachofas envasadas que iban a ser enviadas a España. Se halló más de 134 kilos de cocaína que tenían a un delfín como sello de reconocimiento.

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En este otro contenedor hay chatarra al menudeo que iba a ser exportada hacia Bélgica. Los mafiosos siempre aprovechan la noche para realizar el “preñado” de contenedores. Y es que a esa hora el movimiento de la exportación en el muelle chalaco es intenso. La Dirandro hace la prueba química y, mediante el color turquesa, identifica que estos paquetes contienen cocaína. 

La Dirandro hace todo tipo de esfuerzos para caerla encima a las mafias de la droga. Pero habrá que intensificar el trabajo de inteligencia para dar con los peces gordos de una red que no sabe de límites y, así, evitar que el Callao se desangre más por la atracción del dinero fácil e ilícito.

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