El adiós a Alberto Fujimori

En medio de una multitud naranja, Alberto Fujimori fue despedido por su familia, políticos y simpatizantes este sábado tras un severo tratamiento contra el cáncer

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El ‘Ritmo del Chino’ hoy tiene un tono diferente. El expresidente Alberto Fujimori, falleció a los 86 años. En sus últimas semanas enfrentó al cáncer con un severo tratamiento, un proceso que lo llevó a un camino sin retorno. La vida se le fue apagando poco a poco.

El cáncer era cada vez más agresivo. Fujimori sabía que le quedaba poco tiempo, por ello pidió a sus hijos Keiko, Kenji y Sachi, que no quería regresar más a un hospital. Su deseo era estar rodeado de su familia, junto a sus hijos y nietas, en casa. Y pidió, además, que el día de su funeral pudieran asistir sus seguidores. 

La noticia de la agonía de Fujimori tomó por sorpresa. Era la 1 de la tarde del miércoles 11 cuando se anunció que su estado de salud era delicado. A diferencia de otras veces, el hermetismo era inquebrantable.

A petición de sus hijos, solo el círculo más cercano tuvo acceso a la habitación de Alberto Fujimori. La tensión era grande, no se sabía el verdadero estado de salud del expresidente que, a diferencia de otras ocasiones, no se encontraba en una clínica privada, sino en casa.

Unas horas más tarde, pasadas las seis, se declaró oficialmente su muerte. El anuncio no llegó a través de la familia. El abogado de Alberto Fujimori, Elio Riera, lamentó el deceso sin el consentimiento de la familia.

Las palabras de Riera no solo indignaron a los hijos sino a todos los presentes. Fue expulsado de la casa, a bordo de una camioneta, escondido en la parte posterior para evitar contacto con la prensa.

Ante la partida de Fujimori, simpatizantes y opositores comenzaron a congregarse. Hasta ahí llego también Mark Vitto Vilanella, ex esposo de Keiko Fujimori.

Vitto no pudo permanecer mucho tiempo al lado de sus hijas, debido a las reglas de conducta que le impuso el Poder Judicial al ser parte de una investigación por el presunto delito de lavado de activos, por el caso ‘Cócteles’.

A nombre de la familia, Luis Galarreta y Micky Torres anunciaron que el velatorio del expresidente sería en el Museo de la Nación. La familia aceptaba los honores presidenciales.

Honores de estado que también han despertado polémica. Tuvo logros, pero también condenas, aunque estas últimas no estén consideradas en la norma.

Sostenidos en todo momento de las manos, Kenji y Keiko siguieron de cerca la carroza fúnebre, custodiaba por agentes de la Policía Nacional, hasta llegar a la sede del Museo de la Nación, en San Borja, donde se velaron por dos días los restos del exmandatario.

La presidenta Dina Boluarte, que declaró tres días de duelo nacional, fue la primera política en llegar al Salón Nazca para extender sus condolencias. No fue la única. Políticos de todos los credos llegaron al funeral: César Acuña, Mauricio Mulder, Jorge del Castillo, Lourdes Flores, Alfredo Barnechea, Rafael López Aliaga, entre una larga lista de personalidades.

De día y de noche, se reportaron largas colas que daban la vuelta a la manzana. Algunos con flores, otros con fotografías. El horario del velatorio tuvo que ampliarse hasta la medianoche.

En la fila para darle el último adiós había de todo: abuelos, niños, jóvenes, simpatizantes de todas las edades, regiones y hasta países.

El sábado 14 de diciembre, muy temprano, casi al alba, tal como se pueden ver en estas imágenes, el féretro de Alberto Fujimori salió en hombros del Museo de la Nación y fue trasladado al Gran Teatro Nacional, para la misa de cuerpo presente.  La ceremonia religiosa estuvo a cargo del mismo padre que le otorgó los santos óleos en su casa.

Flanqueado por cadetes de las tres Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, su féretro abandonó el Gran Teatro Nacional, en medio de una gran multitud y estricta seguridad policial.

Antes de llegar al camposanto, hizo una parada en Palacio de Gobierno, donde llegó para recibir honores póstumos.

No hace mucho, Alberto Fujimori había anunciado sus intenciones de volver a hacer política, en el partido fundado por su hija, Fuerza Popular, y uno de sus mayores deseos, era volver a Palacio de Gobierno. Sus hijos jamás se imaginaron que sería así.

Finalizada, la ceremonia, la comitiva se dirigió hacia el cementerio de Huachipa. En medio de una multitud naranja, que gritaba ‘chino, chino, chino’, la tarde del sábado 14 de setiembre, su carroza llegó hasta el camposanto, para recibir cristiana sepultura.

Alberto Fujimori se fue al ‘Ritmo del Chino’, canción con la que será recordado eternamente.

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