La Champions League del COVID-19, impulsada con aceleración, en una sede imprevista y con un formato innovador, afronta su semana decisiva entre Alemania y Francia, destino del nuevo campeón que saldrá del desenlace de los duelos entre el Bayern Munich y el Olympique de Lyon y el del Leipzig contra el París Saint Germain.
Tanto los pronósticos como las teorías han quedado en entredicho al contemplar el tramo final de la competición. La Ligue 1 francesa quedó paralizada hace cinco meses y sus representantes apenas han acusado la falta de actividad. La Bundesliga fue la primera en reactivarse pero también la que antes echó el cierre a su torneo.
Sus equipos permanecen engrasados. La Liga española, la Premier o la Serie A, que presumen de ser las mejores competiciones nacionales del mundo, quedan al margen de la fiesta europea. La Bundesliga o la Ligue 1, a veces desprestigiadas, tendrán al nuevo campeón, sucesor del Liverpool.
Bayern, Lyon, Leipzig y PSG han evidenciado un fútbol de otra velocidad a pesar del largo intervalo. El trabajo y el desarrollo físico mostrado ha dejado en evidencia a las aspiraciones de gigantes como el Real Madrid, el Barcelona, el Atlético de Madrid, la Juventus, el Manchester City, con menos tiempo de inactividad y con el cartel de favoritos antes de la nueva puesta en escena. El Lyon, séptimo de la Ligue 1, fuera de Europa el próximo año, sonrojó al City de Guardiola que días antes maniató al Real Madrid, después de eliminar a la Juventus de Cristiano Ronaldo.