Fútbol Mundial

Las caras de la final: Samuel Umtiti, el triunfo de la perseverancia

Video: AFP

El defensor de Francia cumplió el sueño que tuvo desde los cinco años: una final mundialista

Ménival Football Club es un pequeño club de un barrio rodeado por torres de edificios en las afueras de Lyon. Aquí Samuel Umtiti comenzó a patear la pelota, a los cinco años, sin imaginar que un día jugaría para el gigante Barcelona y menos una final de Copa del Mundo.

A sus cinco años, vivía a 200 metros del club y comenzaba a jugar al fútbol cuando su hermano elegía el básquet. Fue en 1999, un año después del título mundial francés de de 1998. "Desde su segundo año, lo avanzamos a la categoría siguiente", recuerda su primer entrenador, Alain Gonnard.

Estuvo tres años en el club, hasta que le echaron el ojo en el Olympique de Lyon. Es el inicio del ascenso: integra el centro de formación, firma su primer contrato profesional, y se une finalmente en 2016 al prestigioso Barcelona a cambio de 25 millones de euros.

Ese año también dio sus primeros pasos con los 'Bleus', durante la Eurocopa 2016 que Francia acabó como subcampeón.

Camerún, país en el que nació, le tentó para sumarlo a los Leones Indomables, pero Umtiti prefirió apostar por los 'Bleus', paciente, a la espera de un llamado de Didier Deschamps.

"Siempre fue perseverante", afirma su exentrenador, impresionado por verlo tan concentrado, incluso después de su partidazo del martes pasado, que ayuda a hacer olvidar su mano infantil en el debut del torneo contra Australia, que produjo un penal en contra para los galos.

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En la cafetería del Menival FC, remodelada hace tres años, el "ídolo" está en todas las fotos. Cuando jugaba todavía en el Lyon, a menudo venía durante las prácticas o al festejo al árbol de Navidad de la institución en el que se juntaban 330 federados. Y traía consigo a Alexandre Lacazette, Jordan Ferri o Corentin Tolisso.

Cuando llegaba Umtiti, era "súper agradable, divertido, atento con los niños", cuenta Shaima, de 17 años, al borde del campo de césped sintético donde supervisa a los jóvenes en el entrenamiento de verano.

A su alrededor, los pequeños intentan rehacer el cabezazo de Umtiti frente a la cámara de una televisión francesa. El portero, Anthony, de 11 años, estaba "como loco" el martes frente a su televisor. "Para mí, es un modelo: tiene un buen juego limpio, es eficiente y sabe cómo poner el balón en el lugar correcto", explica. 

¿Otro gol el domingo en la final? "Dependerá de cómo tiren los córners", dice el joven jugador con una sonrisa.

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