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Sicarios adolescentes

Ya está tras las rejas el presunto sicario que asesinó a un ex convicto en el Rincón Gaucho

Según la investigación policial, Brayan Bladimir Yarmas Bustamante de 19 años es el sicario al que vemos en las imágenes de las cámaras de seguridad disparando repetidas veces contra su víctima en este restaurante de Barranco.

La información que llevó a los agentes dar con el paradero del sicario salió de uno de sus cómplices. El encargado de conducir la motocicleta en la que llegaron y se dieron a la fuga. Un menor de sólo 17 años de edad. En los últimos años, las organizaciones criminales prefieren contratar a menores de edad para que sean ellos quienes ejecuten a sus enemigos. 

Los delincuentes saben muy bien que estos adolescentes no serán juzgados como adultos y pronto estarán otra vez en libertad para seguir cumpliendo sus órdenes. Uno de los primeros casos de sicariato adolescente es el de “Gringasho”, quien poco antes de cumplir la mayoría de edad ya era sindicado como el autor material de varios asesinatos por encargo. La vida criminal del que en su momento fue considerado el sicario más joven del Perú se inició cuando era muy joven, y fue entrenado para matar nada menos que por su tío Roberto Gutiérrez, líder de los Malditos de Río Seco sentenciado a 30 años de cárcel por homicidio. 
Pero las bandas criminales no captan a cualquier tipo de adolescentes, sino sólo a los que tienen una personalidad muy definida.  Y como en el caso de Gringasho, muchas veces es un familiar muy cercano el que los introduce en el mundo de las armas y el asesinato. Cuando la policía capturó a los 3 menores que iban a atentar contra la vida de la dirigente de Polvos Azules, Maribel Gutiérrez Chacón, uno de ellos explicó que su padre lo había entrenado para asesinar.

Para abogados como el penalista Roberto Miranda el problema radica en que los adolescentes siguen siendo considerados como inimputables por nuestra legislación. Pese a que ya entienden la diferencia entre el bien y el mal y, por lo mismo, deben hacerse responsable de sus actos. Y hay quienes consideran que debería elaborarse un código exclusivamente para adolescentes.

Lo que ocurre en la actualidad es que el menor de edad que asesina es recluido en un centro como “Maranguita” y al cumplir los 18 años generalmente es puesto en libertad. Pero un adolescente sicario no puede volver a la calle sin antes pasar por un tratamiento largo y meticuloso en el que prácticamente se intentará refundar su personalidad. Pero al final todo dependerá de su compromiso y su deseo de cambiar. De lo contrario, todos los esfuerzos serán inútiles.

 

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