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En un mundo cada vez más afectado por el cambio climático, los fenómenos naturales extremos han pasado a ocupar un lugar central en las preocupaciones de científicos y gobiernos. Terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis o huracanes de magnitud histórica pueden llegar a desencadenar verdaderos cataclismos, es decir, eventos catastróficos que alteran profundamente regiones enteras y sus poblaciones.
Un cataclismo es un fenómeno de gran magnitud que produce cambios bruscos en el medioambiente y la vida humana. El término se utiliza tanto en geología como en el lenguaje cotidiano para describir desastres naturales de alto impacto.
Organismos como la United States Geological Survey (USGS), la Agencia Meteorológica Mundial (OMM) o la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) monitorean constantemente las regiones más vulnerables del planeta para anticipar y mitigar estos posibles eventos.
Según la definición de la Real Academia Española, un cataclismo puede referirse tanto a una gran catástrofe natural (como una inundación o un terremoto) como a un evento social de consecuencias devastadoras.
Sin embargo, en el ámbito científico, se asocia comúnmente con fenómenos geológicos o climáticos de gran escala que causan pérdidas humanas, económicas y ecológicas.
Lo que diferencia a un cataclismo de otros desastres naturales es su alcance y severidad. Por ejemplo, un terremoto puede ser devastador a nivel local, pero si genera un tsunami que cruza océanos y afecta varios países, adquiere dimensión cataclísmica. El impacto prolongado, el desplazamiento de poblaciones y la alteración permanente del entorno son algunos de sus efectos más notorios.
Esta región concentra el 75% de los volcanes activos del planeta y es escenario frecuente de terremotos y tsunamis. Países como Japón, Chile e Indonesia están entre los más expuestos.
Los expertos del USGS advierten sobre la posibilidad de un "Big One", un megaterremoto que podría afectar severamente a ciudades como Los Ángeles y San Francisco.
Estudios geológicos han planteado la hipótesis de que una futura erupción volcánica podría generar un colapso de tierra masivo con riesgo de provocar un megatsunami en el Atlántico.
Según la OMM, esta región es extremadamente vulnerable a ciclones tropicales, inundaciones y el aumento del nivel del mar debido al cambio climático.
Aunque su probabilidad es baja, una erupción en este parque nacional tendría consecuencias globales, incluyendo alteraciones climáticas y pérdida masiva de biodiversidad.