Sismo: ¿por qué temen una posible tragedia en el Rímac?
El reciente sismo expuso la fragilidad de casonas centenarias en el Rímac. Balcones colgantes, cornisas sueltas y cables peligrosos evidencian una amenaza latente que pone en riesgo a cientos de familias ante un evento sísmico mayor.
En el Rímac, los sismos no solo remecen el suelo, también despiertan el miedo entre vecinos que viven rodeados de estructuras a punto de colapsar. Las casonas centenarias, muchas en completo abandono, podrían convertirse en trampas mortales ante un terremoto de mayor magnitud. Mientras tanto, las autoridades guardan silencio.
¿Qué riesgos concretos enfrentan los vecinos?
Balcones sostenidos con tablones, cornisas agrietadas, paredes por ceder y techos que se desprenden son parte de la escena cotidiana en calles como el jirón Paita o el jirón Chiclayo. Algunas estructuras ya han colapsado en sismos anteriores, y otras muestran daños recientes.
“Un sismo más fuerte y se desploma todo”, advierte Rodrigo, vecino del Rímac.
¿Cuántos años tienen estas construcciones?
Varias de estas casonas superan el siglo de antigüedad. Una vecina señaló que solo una de las viviendas más deterioradas “tiene más de 100 años”. Aunque forman parte del patrimonio urbano, muchas no han sido reforzadas estructuralmente ni reciben mantenimiento adecuado.
En plena vía pública, aún se ofertan habitaciones en estos inmuebles sin garantía alguna de seguridad.
¿Qué otros peligros amenazan la zona?
A la fragilidad estructural se suma la presencia de cables eléctricos colgantes, enredados y mal aislados. “Imagínate que caiga ese cable de alta tensión… ¿cuántas muertes podría causar?”, denunció Ronny, residente de la zona.
También hay balcones con bases de adobe colgando sobre el paso de escolares y padres de familia, sin ninguna señal de alerta ni barrera preventiva.
¿Hay acciones de las autoridades?
Vecinos denuncian que no. A pesar de conocer el estado de estas viviendas, no se han tomado acciones de reforzamiento ni medidas de evacuación o prevención. El temor a una tragedia crece con cada sismo y con cada día sin respuesta.
“Esa cornisa ya se cayó en temblores anteriores… es cuestión de tiempo”, lamenta una vecina.