Religiosas abandonan Manchay tras amenazas de traficantes

Diez religiosas carmelitas abandonaron el Perú rumbo a España tras recibir constantes amenazas de traficantes de terrenos en Manchay. Según informó el medio especializado Vatican News, las religiosas vivían desde hace 14 años en el convento San José y Santa Teresa de Jesús, ubicado entre los cerros, donde habían convertido el lugar en un espacio de oración y ayuda comunitaria.

Las amenazas comenzaron hace cuatro años y se intensificaron en el último tiempo. Vecinos relataron que las carmelitas descalzas eran activas colaboradoras en misas y labores sociales. La tranquilidad del convento se rompió cuando empezaron a recibir mensajes extorsivos acompañados de bidones con gasolina, exigiéndoles el abandono inmediato del lugar.

¿Cómo vivieron las amenazas las religiosas de Manchay?

De acuerdo con Vatican News, las amenazas habrían sido realizadas por traficantes de terrenos interesados en apropiarse de un área destinada originalmente a una obra social. En uno de los mensajes, se les advirtió que, si no se retiraban, serían quemadas vivas. Esta situación obligó al cierre definitivo del convento, cuyas puertas ahora permanecen cerradas, generando tristeza entre los fieles que solían asistir a las misas.

Los pobladores señalaron que ahora deben caminar un kilómetro y medio hasta la iglesia matriz para poder participar en las celebraciones dominicales. La comunidad lamenta profundamente la partida de las religiosas, quienes eran muy queridas por su compromiso y servicio.

¿A dónde fueron trasladadas las religiosas carmelitas?

El traslado fue autorizado por el Vaticano el pasado 4 de julio. El Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica fue el encargado de formalizar el proceso. Las diez religiosas se encuentran ahora en el monasterio Purísima Concepción de Onda, en España, un espacio cerrado desde 2022 que ahora será reactivado con su presencia.

Aunque el sacerdote de la zona evitó declarar sobre el caso, los informes indican que las carmelitas esperan iniciar una nueva etapa de oración y servicio en un entorno seguro. La comunidad espera que puedan continuar su misión sin ser nuevamente víctimas de violencia o amenazas.