Piura: Alumnos terminan año escolar en una capilla de cementerio

Los 120 escolares de la institución educativa del caserío Marmas Alto, en Ayabaca, Piura, terminan el año escolar en condiciones de extrema precariedad. Según informaron los padres de familia, los estudiantes se han visto obligados a utilizar la capilla de un cementerio y espacios comunales para continuar con sus actividades académicas. Esta situación es consecuencia de una falla geológica que afectó gravemente el local escolar original durante el pasado mes de abril.

¿Cómo estudian los alumnos de secundaria en Piura ante la falta de infraestructura?

Las aulas destinadas para los estudiantes de quinto de secundaria presentan daños estructurales críticos que ponen en riesgo su integridad física. Las paredes de los salones muestran grietas que alcanzan los 10 centímetros de ancho, mientras que el piso tiene fisuras de gran tamaño que atraviesan todo el salón. El techo, fabricado con calaminas, apenas se mantiene en pie sostenido por unos palos de madera delgados que actúan como vigas improvisadas.

Por su parte, los estudiantes de tercer año de secundaria han tenido que adaptar la capilla del cementerio local como su nuevo salón de clases. Las carpetas y sillas de los menores se encuentran ubicadas directamente frente a la cruz del altar de difuntos del camposanto de la comunidad. Esta medida de emergencia fue adoptada ante la total ausencia de ambientes seguros y adecuados disponibles en esta zona de la sierra de Piura.

El salón comunal del caserío también ha sido modificado para tratar de albergar a otros grupos de escolares durante la jornada diaria. Se han utilizado delgadas láminas de triplay para dividir el espacio y permitir que varios grados compartan el mismo ambiente de estudio simultáneamente. A pesar de estos esfuerzos de los docentes, el hacinamiento y el ruido constante dificultan el aprendizaje efectivo de los menores en Marmas Alto.

¿Qué medidas se tomaron para los niños de Ayabaca tras la falla geológica?

Los estudiantes de nivel primaria llevan sus clases en el patio de la localidad, expuestos directamente a las condiciones climáticas cambiantes de la zona de Ayabaca. Esta medida se tomó de forma definitiva para evitar que los menores ingresen a las aulas dañadas que fueron declaradas inhabitables hace meses. Los docentes han tenido que adaptar sus metodologías de enseñanza para trabajar en espacios abiertos que no cuentan con los implementos pedagógicos básicos.

La comunidad educativa señaló que el año escolar está culminando bajo una profunda sensación de abandono por parte de las autoridades del sector educación. Según indicaron los representantes de los padres, hasta la fecha no se han iniciado las obras de reconstrucción o la instalación de módulos temporales. Esta falta de respuesta institucional ha condenado a los 120 escolares a mantenerse en estos ambientes improvisados durante casi todo el periodo lectivo.

Los padres y alumnos expresaron su esperanza de que para el inicio del año escolar 2026 se pueda contar con una infraestructura educativa que se encuentre fuera de la zona de peligro. El objetivo principal de los vecinos es que los niños puedan estudiar en un entorno seguro y digno, dejando atrás el olvido que sufren actualmente. El impacto de recibir lecciones en un cementerio preocupa a la comunidad por el bienestar emocional de los estudiantes a largo plazo.