Pacaya Samiria: La reserva más extensa de Perú que debemos cuidar
Pacaya Samiria es hogar de biodiversidad única y guardianes amazónicos. Sus comunidades luchan frente a amenazas para preservar este santuario natural considerado el más extenso del Perú.
En el corazón de la Amazonía peruana, Pacaya Samiria se extiende como uno de los tesoros naturales más impresionantes de Sudamérica. Con más de dos millones de hectáreas, es considerada la reserva nacional más extensa del Perú y la segunda más grande del continente.
Sus paisajes combinan espejos de agua donde el cielo se confunde con los ríos y bosques inundables que resguardan miles de especies de flora y fauna.
Delfines rosados que saltan en las aguas, aves multicolores que tiñen el cielo y más de mil especies de plantas hacen de este santuario un espacio vital para la biodiversidad mundial.
Pero Pacaya Samiria no solo es naturaleza: también es el hogar de comunidades que han aprendido a convivir con la selva y a protegerla de forma sostenible.
¿Quiénes son los guardianes de la selva?
En las comunidades de la reserva, el oficio de recolectar aguaje es tradición y sustento. Modesto Zamora, conocido como el “profe”, lleva casi tres décadas transmitiendo el arte de trepar palmeras de más de 20 metros para cosechar el fruto dorado sin depredar los árboles.
Enseña a los más jóvenes que solo debe recogerse un porcentaje de cada racimo, dejando el resto para los animales de la selva.
Pepe, otro recolector, demuestra la destreza necesaria para escalar con equilibrio y coraje, mientras que mujeres como Lizbeth Zamora, bicampeona en la cosecha de aguaje, recuerdan que incluso en gestación siguieron recolectando, demostrando la fortaleza de quienes dependen de la selva.
Cuando no pueden trepar, transforman las fibras del aguaje en artesanías teñidas con pigmentos naturales como el achiote y la mishquipanga.
¿Qué amenazas enfrenta este ecosistema?
A pesar de su majestuosidad, Pacaya Samiria enfrenta amenazas como la deforestación, los incendios forestales y las actividades ilegales. Según especialistas en sostenibilidad, la presión sobre los bosques amazónicos aumenta cada año y el desafío es enorme.
Las comunidades son las primeras en resistir y en exigir que se respete la tierra, que para ellos no es solo recurso, sino madre y fuente de vida.
Además de la extracción ilegal de madera y la caza, el cambio climático altera los ciclos de inundación y sequía, afectando a las especies que dependen de estos ecosistemas. Por ello, cada acción comunitaria y cada proyecto de conservación son vitales para el futuro de esta joya amazónica.
¿Qué papel cumplen las comunidades en la conservación?
Las 68 comunidades que habitan la reserva han demostrado que el desarrollo sostenible es posible. La recolección de aguaje es un ejemplo de manejo responsable de recursos, pero no es el único.
También participan en proyectos de turismo ecológico, rescate de especies y liberación de fauna silvestre.
En uno de los programas más emotivos, decenas de tortugas taricayas son liberadas en los ríos luego de un proceso de incubación y cuidado. Estos animales cumplen un rol clave en el ecosistema, al dispersar semillas que permiten la regeneración del bosque.
La voz de los niños, como la pequeña Ela Isabela que canta en lengua kukama, recuerda que el futuro de Pacaya Samiria depende de las nuevas generaciones que heredan la selva y la defienden.
¿Por qué debemos cuidar Pacaya Samiria?
La reserva no solo es importante para la Amazonía peruana, sino también para el planeta. Sus bosques almacenan enormes cantidades de carbono, lo que contribuye a mitigar el cambio climático. Protegerla significa garantizar la supervivencia de miles de especies y sostener a comunidades que dependen directamente de sus recursos.
La grandeza de Pacaya Samiria no está solo en sus paisajes o en su biodiversidad, sino en la alianza entre naturaleza y humanidad. Un pacto silencioso que exige respeto, cuidado y acción inmediata para que este pulmón verde no se pierda ante el avance de la destrucción.
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Pacaya Samiria es la reserva más extensa del Perú y la segunda más grande de Sudamérica.
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Alberga más de 1,000 especies de vertebrados y casi mil plantas registradas.
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Comunidades locales lideran la conservación con prácticas sostenibles.
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Recolectores de aguaje transmiten técnicas ancestrales de respeto a la selva.
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En la reserva se liberan especies como tortugas para mantener el equilibrio ecológico.