Laboratorio de droga operaba sin control en frontera amazónica

No fue una huida. Fue una operación. Darwin Muñoz, un joven colombiano de 21 años, cruzó el Amazonas a bordo de un deslizador para instalarse en la frontera entre Perú, Brasil y Colombia. Allí, junto a dos cómplices, montó un laboratorio de cocaína donde no llegaba la autoridad ni el control.

Los videos de su celular lo muestran sin máscaras. Cargando fusiles AR-15, manipulando cocaína y mostrando su "marca registrada": ladrillos personalizados con logos de autos, animales y marcas conocidas. Un narcolaboratorio en plena selva loretana, que operaba como si fuera una fábrica legal.

De la selva al Caribe: la ruta del narcotráfico

Procesaban kilos de droga en territorio peruano. Luego, los videos los muestran en playas del Caribe, con sombreros, motos acuáticas y fajos de billetes. Una vida de lujos sostenida con lo que fabricaban en una tierra olvidada por el Estado.

Cada ladrillo de cocaína era prensado en moldes, sellado con logotipos y pasado por microondas. Todo registrado en su celular. Cada detalle, cada etapa del proceso: desde los bidones con químicos hasta el horno donde "cocinaban" los bloques. Un manual visual de cómo fabricar cocaína sin límites.

La captura en plena madrugada

Todo cambió el 17 de mayo. Un helicóptero sobrevoló Caballococha y llegó a Nueva Galilea. La policía antidrogas encontró el laboratorio aún activo. Los tres colombianos dormían. Cayeron con el rostro cubierto, boca abajo. A su alrededor: sacos con droga, armas, prensas, microondas y galoneras con acetona, ácido sulfúrico y gasolina.

También había pistolas, radios de comunicación y hasta una granada. La operación se desarrolló en una zona aislada, donde llegar desde Iquitos puede tomar más de 14 horas por río. Pero solo 90 minutos en helicóptero hicieron la diferencia.

Sin control del Estado, con respaldo criminal

Víctor Cubas, vocero del Ministerio Público, confirmó que esta zona está dominada por mafias que aprovechan el abandono estatal. La producción de droga ya supera la del año anterior, y solo han pasado cuatro meses. “Están creciendo y no tienen temor”, advirtió.

No están solos. Según la fiscalía, cuentan con el respaldo de grupos criminales brasileños. Una alianza que fortalece su presencia y protección armada en territorio peruano.

Más droga enterrada, más daño irreversible

Dos días después de la intervención, se encontró una tonelada de cocaína enterrada cerca del laboratorio. Las comunidades viven rodeadas de este peligro constante. El suelo, además, queda inutilizado para la agricultura. Un daño ambiental que, según expertos, podría tardar décadas en revertirse.

Este laboratorio era apenas una muestra. Una operación entre muchas que se reproducen en silencio en nuestra Amazonía. En la triple frontera, la cocaína se produce a diario. El crimen avanza, mientras el Estado apenas alcanza a documentarlo.