Caso Atarjea: Mujer fue víctima de trata, según investigación
Fue asesinada y descuartizada, pero su historia revelaría algo aún más siniestro: trata de personas.
Una semana entera fue un cuerpo sin nombre. Fragmentos humanos flotaban en la planta de tratamiento de agua de SEDAPAL, estremeciendo al país. Solo sus tatuajes pudieron hablar por ella. Los restos correspondían a Fabiola Alejandra Caicedo Piña, de 19 años, conocida en redes como "China Baby".
El reconocimiento fue posible gracias a una marca que llevaba en la espalda: el nombre "Paula Sophia" y una fecha que reveló el vínculo emocional con su sobrina. Su familia, que la había buscado sin descanso, logró identificarla tras la difusión del tatuaje en "Domingo al Día".
"Era imposible no reconocerla. Ese tatuaje era todo para ella", aseguró una pariente en redes sociales.
Crimen con sello de tortura
El informe forense fue devastador. El Dr. José Pacheco, especialista en medicina legal, reveló detalles escalofriantes: "Se hallaron quemaduras en piernas y pies. El seccionamiento fue post mortem y con una herramienta de corte preciso, como una sierra de alto filo".
Los restos fueron encontrados entre el 11 y el 15 de junio en distintos puntos de la Atarjea, en El Agustino. La forma del crimen hizo descartar la hipótesis de venganza pasional y llevó a los agentes a considerar una ejecución propia de redes criminales.
"Esta forma de desmembramiento no es casual. Es un mensaje", advirtió el médico legista.
Redes que captan y destruyen
La Policía no tardó en vincular el caso con una red de trata de personas. Según los investigadores, Fabiola habría sido explotada en clubes nocturnos y redes sociales, hasta ser desechada por quienes la esclavizaron.
Videos de TikTok revelan parte de su rutina como anfitriona en un local nocturno de Independencia. En sus publicaciones se distingue la fachada del club, el logo y los uniformes que delatan su rol.
"Los tatuajes no solo la identificaron. También revelaron la historia que la había silenciado", comentó un oficial vinculado a la investigación.
De las redes sociales al silencio
En vida, "China Baby" brillaba en redes con atuendos llamativos, maquillaje intenso y una sonrisa desafiante. Sus TikToks la mostraban feliz, bailando y coreando canciones virales. Detrás de la pantalla, sin embargo, se gestaba un drama.
Migró al Perú en febrero de 2022 junto a su pareja, Mayner Giménez, 18 años mayor que ella. Vivieron en Huaycán. La relación acabó marcada por peleas. Meses después, Fabiola fue vista con otro joven.
El 17 de diciembre de ese año, su ex fue hallado muerto. Aunque no fue acusada, las redes sociales la señalaron sin pruebas. "Fabiola lo mató con su nuevo amante", decían. Ella respondió con un video lleno de imágenes y música: una despedida póstuma.
Audios, sospechas y silencio cómplice
En Facebook circularon audios que supuestamente la incriminaban. En uno, Fabiola lloraba. En otro, se autocalificaba como "una maldita". Su nueva pareja publicó un dibujo en el que una mujer presencia un apuñalamiento.
Nada de esto fue confirmado. La justicia nunca la acusó. Pero el juicio virtual no la soltó jamás. Con el tiempo, decidió seguir adelante, reinventarse, mostrarse fuerte. Pero el infierno ya la había alcanzado.
La tragedia tras el brillo
El 5 de junio, la joven publicó su último TikTok. Cuatro días después, aparecieron los primeros restos. Su historia se sumó a la lista de mujeres torturadas y asesinadas por redes que las captan con promesas y las borran con violencia.
"Fabiola es el rostro de muchas. Su cuerpo habló cuando nadie más pudo", comentó uno de los rescatistas.
Hoy, su familia llora no solo su ausencia, sino también la forma brutal en que fue arrancada de este mundo. Las autoridades siguen tras los responsables.
Porque este crimen no solo busca justicia. Exige no repetirse.
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Restos hallados en la Atarjea de Sedapal fueron identificados como "China Baby".
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Fue reconocida gracias a un tatuaje con el nombre de su sobrina.
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Sufrió tortura: quemaduras, mutilación y desmembramiento con herramientas de corte.
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Policía la vincula a una red de trata de personas.
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Fue anfitriona en un club nocturno de Independencia.
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La justicia nunca la acusó por la muerte de su expareja, pero fue condenada en redes.
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Sus TikToks ahora muestran indicios del entorno que la atrapó.
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El crimen se considera un mensaje mafioso para otras víctimas potenciales.