Tensión en Las Bambas

EXCLUSIVO | Cuarto Poder llegó hasta la trinchera de los fuerabambinos para conocer sus demandas. También recogió las versiones de la mina Las Bambas. Un reportaje de Alcides Hoyos.

(Video: Cuarto Poder)

La tensión en el corazón de la región Apurímac estuvo por alcanzar su punto de no retorno.

El conflicto que enfrenta a la minera Las Bambas con tres comunidades aledañas es una veta inagotable de contradicciones.

La comunidad de Choaquere también puso en jaque a la cuarta productora de cobre del país y responsable del uno por ciento de nuestro PBI.

El Ejecutivo busca sofocar uno de los tantos incendios que tiene su gestión, mientras que Las Bambas cuenta en pérdidas para el país los días que lleva paralizada.

Tan complejo como el problema en Las Bambas es tratar de llegar a este importante proyecto minero. Pese a quedar en Apurímac, la ciudad de Cusco es la capital de provincia más cercana. Desde ahí, un sinuoso camino conecta con el llamado corredor minero. Por esta vía, al cabo de un largo viaje, se asoma Challhuahuacho, pequeño poblado que mira con atención y desdén al mismo tiempo las vicisitudes del cobre.

Challhuahuacho es el eje sobre el que gira el reciente conflicto social que afronta la minera Las Bambas. En este yacimiento, el pasado 14 de abril, irrumpió más de un centenar de pobladores de Nueva Fuerabamba. Ellos, a su vez, habían sido invadidos días antes por las comunidades de Chila y Choaquere, que tienen reclamos muy distintos a los de Fuerabamba. Enredado problema territorial que trató de resolverse sin éxito el miércoles pasado. Pero ni el gobierno ni la empresa cuprífera pudieron persuadirlos de abandonar las instalaciones del yacimiento.

Hace doce años, este camino era utilizado por los comuneros de Fuerabamba para llegar a sus predios, ubicados a más de cuatro mil metros de altitud. El hallazgo de cobre en la zona motivó que los fuerabambinos le cedieran 4,700 hectáreas su territorio a la empresa minera. A cambio, Las Bambas les entregó 4,200 hectáreas repartidas en cinco predios, entre los que figuran Chila y Choaquere. La empresa asegura que todos los títulos están saneados y debidamente inscritos en los registros públicos de Abancay. Pero – desde hace diez días – los antiguos propietarios decidieron reagruparse en la que siguen considerando su tierra.

El camino por la zona llamada Taquiruta permite ver las operaciones detenidas de Las Bambas, que, debido a la presencia de comuneros en sus instalaciones, dejó de extraer mineral desde el pasado 20 de abril.

Tras una hora de ascenso, llegamos a la trinchera de los fuerabambinos. Entre carpas, paneles solares y surtidas bodegas, los comuneros han montado un sistema de protesta basado en sus tradiciones.

La riqueza natural de la zona provee de agua y calor a los comuneros, quienes se dan tiempo a la vez de vigilar sus viejas fronteras para aficiones menos mundanas.

Jean tiene 23 años y no está muy empapado de los acuerdos pactados entre Fuerabamba y sus paisanos hace más de diez años.

Nuestra presencia no tardó en ser notada por los guardianes. El requisito para seguir grabando en este lugar era que el presidente de la comunidad lo autorice.

A Edison Vargas, líder de los fuerabambinos, lo pudimos ubicar recién al día siguiente. Usa la moto para llegar a Taquiruta sin necesidad de la trabajosa caminata.

En el año 2009, la compañía Xstrata Copper firmó una serie de acuerdos con Fuerabamba para formalizar su reubicación. Entre los convenios, que luego pasaron a responsabilidad de la china MMG, había ofrecimientos tan exorbitantes como la creación de un área natural protegida y el aseguramiento de casi todas las necesidades de los fuerabambinos. Trece años después, queda un porcentaje de promesas pendientes de cumplir. La empresa señala que se firmaron 264 compromisos, de los que 143 ya fueron cumplidos, 66 están en ejecución y 55 se ejecutarán en los siguientes años.  

Los fuerabambinos cedieron su comunidad a cambio de extensas porciones de tierra fértil y un incentivo económico que se negoció de manera individual. Edison Vargas no lo revela, pero fue uno de los que más se benefició con dinero a cambio de mudarse.

Parte de las tierras que la minera le dio a Fuerabamba fueron adquiridas en 2010 a Choaquere y Chila, comunidades vecinas ubicadas también en Challhuahuacho.

Las Bambas asegura que las inversiones en la comunidad de Fuerabamba alcanzan 3,400 millones de soles desde el año 2010. Además, agregan que por concepto de compensación, por reasentamiento, cada uno de los comuneros recibió en promedio un poco más de un millón 100 000 soles.

Bajo la bandera de la injusticia, hoy los comuneros de Chila y Choaquere exigen que la minera les pague un nuevo precio por las 273 hectáreas vendidas hace doce años. Su modo de ejercer presión fue invadir sus antiguas tierras y expulsar de ellas a los fuerabambinos.

Otra pretensión de Chila y Choaquere es que Las Bambas tenga con ellos los mismos acuerdos que con Fuerabamba.

Las tierras compradas a Chila y Choaquere se convirtieron en la urbanización conocida ahora como Nueva Fuerabamba. Una construcción que muchos sin techo del país verían con anhelo, pero que para los fuerabambinos tiene una serie de falencias. Incluso han llegado a decir que la mina incumplió su promesa de proveerles agua potable.

El gobierno ha intervenido como mediador en este problema, pero olvida que muchos pedidos de Fuerabamba, Chila o Choaquere le competen más al Estado que a la mina.

Este lunes y martes habrá concilios en Chila y Choaquere, respectivamente. Hacerlos regresar a sus dominios y devolverles Nueva Fuerabamba a los fuerabambinos es requisito para que, tal vez, los comuneros abandonen las instalaciones de la mina. Durante años nos enseñaron que el Perú era un mendigo sentado sobre un banco de oro, pero últimamente, al ritmo de marchas y contramarchas, vemos la vida pasar sobre un codiciado banco de cobre.

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