Los pacientes olvidados

EXCLUSIVO | La dramática realidad de personas de diversas edades abandonadas a su suerte en los hospitales de Lima Metropolitana. Un reportaje de Matilde Soto.

(Video: Cuarto Poder)

En los hospitales de Lima, hay personas que miran la vida pasar a través de una ventana. Han dejado de ser pacientes y se han convertido en inquilinos que no tiene adónde ir.

Nadie reclama por ellos. Sus familiares los han convertido en seres casi invisibles, abandonados a su suerte.

El reloj no quiere marcar el futuro. Los brazos, el cariño, son prestados.

Están completamente solos y ni el Estado, que debe velar por ellos, por los más vulnerables, se acerca para rescatarlos de la sombra y el olvido.

El hogar de Ciro Carlos Mestanza Torres, de 68 años de edad, es, desde hace tres meses, la cama 326-4 del servicio de cirugía. El 13 de noviembre del año pasado, la Policía lo encontró en la calle inconsciente. Un auto lo atropelló y se dio a la fuga. Ciro llegó al hospital sin pasado y sin presente. No tiene hijos ni familia cercana a quien decirle que está vivo.

Ciro fue dado de alta, pero no tiene a dónde ir. Es un paciente en abandono, un paciente que pinta de colores lo gris de la soledad.     

Este cajamarquino de nacimiento fue prácticamente adoptado por el personal de salud que lo ha bautizado como el “supervisor”, porque va por las habitaciones verificando la buena marcha de la asistencia médica.

Un paciente es declarado en abandono cuando sus familiares no aparecen ni contestan los teléfonos para recibir el informe médico. Las asistentas sociales los buscan, pero no aceptan la responsabilidad y cierran la puerta.

Entonces empieza la odisea para un ser humano a quien se le niega una vida digna. Es la Dirección de Personas Adultas Mayores (DIPAM) del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables la instancia que debería velar por ellos y, pese a los múltiples oficios que les mandan los hospitales, no hay respuesta oportuna.

El paciente de la cama 307-3 del servicio de medicina es Santos Inocente Velásquez Huailinos. Tiene 74 años de edad. Hace ya dos meses, su hijo lo dejó en la puerta del hospital y desapareció.

Las asistentas sociales han hecho valer los derechos de don Santos ante el Poder Judicial y han logrado una sentencia para que su hijo se encargue de él. Lo han buscado, pero éste no quiere cumplir y ha decidido dejar a su padre a la deriva.

Al permanecer abandonados en un hospital, estas personas están expuestas a múltiples bacterias y a enfermedades intrahospitalarias que agravan su salud.

Don Santos, quien recuerda haber sido estibador, requiere de diálisis y ya está de alta. Solo espera que el Estado, la DIPAM, le brinde esa protección que su familia se rehúsa a darle.

La paciente de la unidad de cuidados intensivos neonatal tiene 41 días de nacida. Llegó aquí el último 8 de marzo cuando un transeúnte la encontró en la vía pública cerca del mercado de Los Olivos. Es una niña NN en estado de abandono a quien el personal médico ha bautizado como Valentina, precisamente por su valentía de aferrarse a la vida.

Valentina va de brazo en brazo y escucha atenta la voz de quienes le dan calor humano.

A la hora de alimentarse alborota a médicos y a enfermeras. Una jeringa, una cánula por donde fluye la leche y la yema de un dedo simulan ser el seno de una madre. NN Valentina estará a cargo de la Unidad de Protección Especial del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Quizá con los años, allí le enseñen a perdonar. Quizá todavía haya tiempo para rectificar e ir en su búsqueda.

En la unidad de cuidados intensivos de personas adultas está Javier Sánchez Castillo, de 52 años de edad. Está hospitalizado desde el último 20 de marzo. Las ambulancias del SAMU lo encontraron en la calle inconsciente debido a un shock trauma séptico pulmonar que lo tiene aferrado a un ventilador mecánico.

El servicio social del hospital Cayetano Heredia ha difundido en redes sociales una fotografía de Javier para que algún familiar lo reconozca, se compadezca de él y finalmente lo lleve a casa.

El paciente de la cama 6 es César Octavio Chávez Yataco, de 71 años de edad. No tiene hijos y ha roto toda relación con sus familiares más cercanos. Llegó por emergencia acompañado solo por unas muletas. César sufre de diabetes y le amputarán las piernas. Hasta hace unas semanas él vendía productos en la puerta del hospital Rebagliati para poder sobrevivir. Las asistentas sociales grabaron la habitación de alquiler donde él vivía solo. César está en estado de completo abandono.

Sin sus piernas, César no será el mismo de antes. Aun así, no quiere nada gratis para él, porque es un hombre de constante lucha, con un espíritu inquebrantable.

Después de tres meses de vivir en un hospital, por fin, se encontró un albergue para Ciro Carlos Mestanza Torres. La DIPAM, la entidad estatal encargada de velar por los adultos mayores, nunca llegó, pero sí lo hizo una casa hogar parroquial de Villa El Salvador.

Ciro le dice adiós a quienes fueron para él la familia que antes no tuvo.

Desde sus habitaciones, los pacientes y el personal de salud se despiden de él.

Ciro se va del hospital con sus únicas pertenencias: una corona de cartón, un globo en forma de corazón y una caja de colores para pintar un presente que ojalá, desde hoy, deje de ser invisible.

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