Corruptos sin fronteras

En Tumbes, tres de cuatro gobernadores se encuentran detenidos o con orden de detención

Cuarto Poder

Formalmente, la frontera terrestre entre Perú y Ecuador está cerrada, pero bastan algunos dólares y policías corruptos para cruzar de un país al otro sin que nadie diga nada.  En menos de 3 minutos se llegado a una trocha, muy cerca del canal internacional que divide a ambos países. Esta ruta solía estar vacía antes. Pero ahora hasta un denso tráfico puede encontrar.

Se cruza la trocha y se pasa por un pequeño puente improvisado de madera y sacos de arena. Así de sencillo es llegar a suelo ecuatoriano. En el lado ecuatoriano unas personas exigen que al regreso se pague una cuota. Se cruza un portón y ya la moto lleva directamente hasta la zona comercial de Huaquillas.

Por esta ruta de la corrupción pasan motos, carretas y bicicletas. Los ciclistas no están haciendo deporte, ellos llevan balones de GLP, pues en el Ecuador consiguen más barato y viene el doble de cantidad.

Pero la corrupción no es solo en la línea de frontera. Sino que también llegaría hasta la silla de la máxima autoridad política de la zona, el propio gobierno regional. Tres de los cuatro gobernadores que ha tenido esta región han terminado presos.

Gerardo Viñas Dioses, gobernador de Tumbes en el periodo 2011 al 2014, sentenciado a 11 años de prisión por lavado de activos. Fue el gobernador que inauguró un 'moderno' hospital. Una monstruosa edificación en una zona donde las casas apenas tienen un piso.

Quien le siguió en el cargo fue Ricardo Flores Dioses. Hoy cumple arresto domiciliado acusado por la fiscalía anticorrupción de Tumbes.

El tercero de la lista ha repetido el plato en el cargo de gobernador. El agricultor Wilmer Dios Benitez hoy está prófugo. Ya ha estado en prisión y por segunda vez la Justicia pide que regrese a la cárcel, esta vez acusado de Colusión Agravada.

Hace más de 5 meses el prófugo gobernador organizó toda una caravana por la ciudad para darle la bienvenida a la primera planta de oxígeno que tendría la región. Hoy está abandonada. No produce ni un solo balón. La planta de oxígeno se ahogó.

Afuera hay una colección de ambulancias abandonas. Tumbes, una región tan pequeña se da el lujo de gastar enormes cantidades de dinero en vehículos de emergencia que no tardan en convertirse en chatarra.

Antonio Espinoza es el consejero delegado de la Región. Por muchos meses intentó fiscalizar el gobierno de Wilmer Dios Benitez pero cada vez que denunciaba alguna obra mal hecha, recibía amenazas o insultos.

No se trata de un hospital con diseño arquitectónico vanguardista. Aquí se gastó un total de 13 millones de soles para levantar módulos de Uci, pero se olvidaron de que las puertas eran más chicas que el ancho de las camillas. De Ripley, por supuesto: aunque usted no lo crea

No solo eso, las bases de los módulos son de ladrillo de concreto o de simples retazos de madera. Las canaletas fueron colocadas, pero se olvidaron de lo más básico: construir un desnivel para evacuar las aguas. Y para completar el absurdo, este novísimo hospital carecía totalmente de servicios básicos, por ejemplo, los médicos ni siquiera podían recetar los medicamentos de que disponían en el almacén, pues el cableado para conectarse a internet no se previó en el presupuesto.

Pueblo chico, corrupción grande. La deshonestidad de sus autoridades mancha lo hermoso que es Tumbes como ciudad y como visitado territorio costeño: playas eternamente soleadas, tupidos manglares y bellos ríos. Los tumbesinos son víctimas de este mal endémico enquistado en sus gobierno regionales, como está ocurriendo en casi todo el Perú. ¿No es posible encontrar mejores candidatos? ¿O es que el sistema completo de la descentralización en el Perú necesita ya un cambio radical? El de Tumbes, como sabemos, es solo un caso, no el único.

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