La coca en el Vraem: Deshojando el valle

Sea testigo de cómo las fuerzas de seguridad enfrentan a los narcotraficantes en Vizcatán del Ene

En los enfrentamientos no solo cuentan las armas, también existe la guerra psicológica. Foto: Cuarto Poder

En los Valles de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) no hay descanso ni tregua. Es una guerra sin descanso ni cuartel. En los enfrentamientos no solo cuentan las armas, también existe la guerra psicológica.

Sea testigo de cómo las fuerzas de seguridad enfrentan a los narcotraficantes en el Vizcatán del Ene, distrito de la provincia de Satipo.

Ellos saben por dónde caminan y a qué comunidades llegan los terroristas, por eso, desde el aire, los agentes arrojan volantes con mensajes a la población y, a la vez, ofreciendo recompensa por información sobre el paradero, por ejemplo, de Víctor Quispe Palomino, alias “camarada José”.

La frontera entre Cusco, Junín y Ayacucho es la zona más peligrosa y convulsionada. Por aquí se trasladan los denominados mochileros de la droga. 

La operación militar policial está por empezar. Un helicóptero del ejército MI 17 le da cobertura a los agentes de las fuerzas especiales a puno de descender. los militares saben que, en cualquier momento, desde cualquier lugar de la espesura, puede atacar el enemigo. 

Ya tomaron posesión de la nueva base antiterrorista en Vizcatán del Ene. Una patrulla se quedará aquí, pero las que les proporcionaron un cerco de seguridad, ahora, con mucha precaución, deben retirarse. 

Las cinco campañas que pueden rendir al año convierten al Vraem en una de las zonas de mayor producción de coca en el mundo. Son cerca de 35 mil familias en el Vraem las que viven del sembrío y secado de la hoja de esta planta peruana. 

Existen instituciones, como Devida, que proponen reemplazar estos cultivos por los de café o cacao. Pero una arroba de estos cultivos alternativos puede llegar a venderse a 6 a 7 soles, mientras que el precio de la venta de hoja de coca multiplica por 10 esas cifras. Tremenda disyuntiva para los agricultores de la zona.

La Empresa Nacional de Coca, Enaco, es la única institución autorizada para comprar la producción de los cocaleros empadronados. Sin embargo, la pandemia ha mermado su economía. Las compras se mantienen, pero a duras penas, en proporciones bastante menores. Entonces, ¿a dónde se va entonces la hoja de coca que no es comprada por Enaco? La respuesta no es, desde luego, nada difícil

Julián Pérez, conocido en el Vraem como Sheldon, connotado dirigente cocalero. Suele estar siempre al frente de los agricultores de la zona durante las protestas. 
Sheldon fue también uno de los dirigentes cocaleros que se reunió en Pichari con Pedro Castillo y el congresista electo Guillermo Bermejo durante la campaña presidencial. Y fue, asimismo, invitado principal en el último congreso cocalero en la plaza de esa ciudad.

El desarrollo agrícola es otro de los impedimentos para que los cultivos alternativos puedan ser exitosos en el Vraem. Aquí, por la altura y geografía, el riego de los campos depende exclusivamente de la lluvia. 

El Vraem es un valle bellísimo con enorme potencial económico, pero la emergencia militar en que vive desde hace años ni siquiera le permite contar, por ejemplo, con una carretera asfaltada de doble carril para que los agricultores puedan transportar sus productos, los legales, a Cusco o Ayacucho. 

A los pobladores no le faltan ganas ni capacidad de trabajo para salir adelante con sus tierras, pero convivir permanentemente con la tentación o la amenaza del narcoterrorismo, y la violencia que conllevan, hace muy difícil su supervivencia.
 

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