El parque es mío

El desalojo de la Parada – aquel bastión de la insalubridad – comenzó a fines del 2012 y ha pasado de todo: fuertes enfrentamientos entre los comerciantes y la Policía, fuego cruzado y hasta personas fallecidas. 

Pero, lejos de intimidarse por la maquinaria pesada que ha acabado con los restos del comercio que fue sido instalado en el recinto desde hace más de 40 años, la dirigante Ida Ávila ha decidido permanecer ahí. 

La terca, controversial  y resistente mujer de 48 años es la presidenta de la asociación de Comerciantes Concesionarios del ex Marcado Mayorista Número 1 de La Victoria, más conocido como la Parada, y  hoy por hoy, es un símbolo de la resistencia de esa Lima informal que se resiste a evolucionar.

Para llegar a Ávila es necesario transitar por La Avenida Aviación en la Victoria, por esa Lima ambulante, que impunemente ocupa la vía pública, que ensucia las calles, calles donde afloran los pendientes más profundos de una ciudad que todavía parece ingobernable, plagada también de combis, taxis, moto taxis, de desborde popular.

En una de las columnas que sostiene el paso de un  tren eléctrico que desentona con el ambiente, los comerciantes han confeccionado una suerte de altar con la foto de esta empresaria cebollera que desde los seis años ha trabajado en estos parajes, sin abandonar nunca a pesar de haberse recibido en la Universidad Nacional del Centro en Huancayo como educadora, la actividad que le dio de comer. Allí le rezan, le rinden homenaje, la consideran una heroína.

Ella, junto a dos mujeres, preparan su estrategia legal que no es otra que resistir hasta que el Tribunal Constitucional se pronuncie como última instancia, ya que el habeas corpus presentado por su amigo y abogado, el inenarrable ex Juez Malzón Urbina, ha sido desestimado hasta en la Corte superior