El último año de Stan Lee estuvo lleno de traición y caos

por: Nicole D.

El último año de vida del legendario creador de cómics, Stan Lee, quien murió este lunes a los 95 años, fue espeluznante, sombrío y desalentador.

Los problemas comenzaron poco después del fallecimiento de su esposa, Joanie, cuando Lee se encontró en medio de rumores que resaltaban que algunos miembros de su círculo privado se acusaban mutuamente de robo, fraude y asalto.

Poco después estalló una lucha por el poder sobre quién cuidaría de él, quien se hacía cada vez más frágil debido a su avanzada edad. El primero en asumir fue Jerry Olivarez, un florista convertido en publicista que habría trabajado para la única hija de Lee, J.C., y asumió el papel de "asesor principal". El nuevo rol, que le dio influencia sobre los asuntos médicos y legales de Lee, generó sospechas entre otros dos, el veterano Max Anderson y Keya Morgan, quien, como Olivarez.

Mientras que el trío tenía problemas entre ellos, empezaron a surgir historias perturbadoras en la prensa. El Departamento de Policía de Los Ángeles visitó la casa de Lee en medio de informes de maltrato a personas mayores, surgió una extraña demanda de mil millones y aparecieron acusaciones de agresión sexual por parte de enfermeras y masajistas. Lo más loco de todo, es que surgió una notica de que alguien había estado robando su sangre para firmar cómics de edición limitada.

No está claro cómo se sintió Lee sobre estos procedimientos. Sin embargo, la relación tensa que mantuvo con su hija de 67 años parece haber sido el centro de muchos de sus problemas. JC, quien fue acusada de agredir físicamente a sus padres, fue descrita por Lee en una declaración legal del 13 de febrero (luego se retractó) que dice que "me grita y llora histéricamente si no me rindo" ante sus tratos. Ese documento también describía cómo tres hombres con "malas intenciones", Olivarez, Morgan y el abogado de J.C. Kirk Schenck, se habían hecho amigos de ella para llegar a su padre y sus bienes, que están valorizados entre $ 50 millones y $ 70 millones.

Al parecer, ambos arreglaron las cosas antes de su muerte pues Stan dijo en una oportunidad: "En lo que a mí respecta, tenemos una vida maravillosa. Soy bastante afortunado. Amo a mi hija, espero que ella me ame ".

Al menos, en teoría, él murió de buen humor.

 

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