Alemania: enfermero confesó haber matado a 100 pacientes por aburrimiento

Niels Högel es juzgado por cometer esos homicidios del 2000 al 2005 en hospitales de Alemania, sin que sus jefes, la policía o la justicia pudieran reaccionar

Los crímenes que se le imputan al enfermero corresponden a muertes ocurridas en las clínicas de Oldenburg y Delmenhorst, donde trabajó el acusado, entre 2000 y 2005. (Foto: EFE/Video: AFP)

Alemania abrió hoy el proceso contra su presunto mayor asesino en serie desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el enfermero de 41 años Niel Högel, quien se confesó autor de la muerte de cien pacientes, una cifra que podría ser aún mayor, puesto que hay indicios de otros posibles crímenes del procesado.

Con un simple "sí" a la pregunta de si se reconoce culpable de los cargos que le imputa la Fiscalía, arrancó en la Audiencia de Oldenburg (centro de Alemania) un nuevo juicio contra este asesino en serie confeso, que en cada uno de sus procesos anteriores ha admitido sus crímenes.

"Lo declarado hasta ahora es lo que ocurrió", añadió Högel, quien cumple ya una condena a cadena perpetua, dictada en 2015, por varios casos de asesinato o intento de asesinato de pacientes.

El nuevo proceso contra el enfermero empezó con un minuto de silencio para sus víctimas, cuyos nombres fueron leídos a continuación, a lo que siguió una primera declaración asumiendo su autoría y luego una explicación de sus móviles.

Actuó por "estrés" y suministró sobredosis de analgésicos a sus pacientes, consciente de que podía llevarles a la muerte, para tratar a continuación de reanimarlos y lograr con ello "brillar" ante sus colegas.

En la mayor parte de las ocasiones el resultado no fue una exitosa reanimación, sino la muerte de esas personas, al parecer elegidas arbitrariamente y de edades comprendidas entre los 34 y los 96 años.

Los crímenes que se le imputan corresponden a muertes ocurridas en las clínicas de Oldenburg y Delmenhorst, donde trabajó el acusado, entre 2000 y 2005.

Los primeros casos salieron a la luz en 2005, tras ser sorprendido por una compañera de trabajo cuando inyectaba a un paciente una sustancia que no le había sido prescrita.

A raíz de ahí se abrieron diligencias contra él, que derivaron en un primer juicio, en 2008, en que se le condenó a siete años de cárcel por intento de asesinato.

Un segundo proceso, abierto en 2014 a instancias de familiares de otras víctimas potenciales, derivó en una sentencia a cadena perpetua por asesinato e intento de asesinato en al menos siete casos.

Fue a lo largo de este segundo proceso donde el propio encausado se confesó autor del asesinato de un centenar de pacientes, por lo que se abrieron investigaciones sobre 64 muertes ocurridas en Delmenhosrt y otras 36 en Oldenburg.

Tras ser condenado a la máxima pena que contempla el código penal alemán, se decidió proseguir las investigaciones sobre esos otros casos sospechosos, hasta abrirse una nueva acusación formal por hasta 106 asesinatos, de los cuales se ha llegado a dar por probado un centenar.

Fue preciso proceder a la exhumación de los cadáveres, algunos de los cuales habían sido enterrados en Turquía, en busca de restos de los medicamentos administrados, sustancias tales como Ajmalin, Sotalol y Lidocaina.

Ya en el anterior juicio, Högel había confesado que suministró conscientemente sobredosis de esos fármacos a pacientes para causarles alteraciones serias de la circulación y el ritmo cardíaco.

El acusado describió asimismo con detalle la tensión que vivía ante lo que podía suceder cuando inyectaba el medicamento, lo bien que se sentía cuando conseguía reanimar a los pacientes y lo deprimido que le dejaban las muertes.

Cuando un paciente fallecía se prometía a sí mismo no provocar más casos mortales, pero sus buenos propósitos "se desvanecían con el tiempo", explicó, tras admitir que su finalidad era demostrar su valía ante sus colegas.

La apertura del nuevo juicio contra Högel estuvo rodeada de un gran despliegue mediático, lo que unido a la gran cantidad de familiares que acuden como acusación particular, expertos, forenses y público general ha obligado a la Audiencia a disponer una sala adicional para seguir el proceso.

En Alemania, los procesos son a puerta cerrada, sin transmisión televisada y la presencia de las cámaras solo está autorizada en los momentos precedentes a la apertura de la vista y cuando hace su entrada en la sala el acusado.

La Fiscalía tiene previsto citar a veintitrés testigos y once forenses, psiquiatras y otros expertos.

El número de víctimas del enfermero podría ser aún mayor del que se le imputa en este proceso, ya que solo se ha podido detectar la presencia de sustancias sospechosas en los cuerpos exhumados, mientras persiste la incógnita sobre aquellos que fueron incinerados. EFE

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