Vraem: policías antidrogas toman y se bañan en alcohol dentro de base

Una costumbre policial en esta convulsionada zona del país se contrapone a todas las reglas. 

En una de las zonas más convulsionadas del VRAEM, está la base antidroga de Palmapampa. En este poblado ayacuchano, los policías luchan constantemente contra los narcoterroristas, pero, tal como reveló 'Cuarto Poder', en esa misma base, una costumbre policial a base de alcohol, se contrapone a todas las reglas. 

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Las consecuencias: un bochornoso espectáculo, riesgos a su propia seguridad y a la lucha contra subversiva.

El Poblado de Palmapampa está ubicado en la provincia ayacuchana de La Mar, a la margen izquierda del rio Apurímac. Este pequeño pueblo de no más de tres mil personas fue calificado en la década de los 90, como la capital peruana de la droga y hoy se ha convertido para muchos, en el centro del narcotráfico en el Perú. 

El Poblado de Palmapampa está ubicado en la provincia ayacuchana de La Mar, a la margen izquierda del rio Apurímac. Este pequeño pueblo de no más de tres mil personas fue calificado en la década de los 90, como la capital peruana de la droga y hoy se ha convertido para muchos, en el centro del narcotráfico en el Perú. 

Fue por eso que el año 2005, durante el gobierno de Alejandro Toledo, se instaló la base policial de Palmapampa que haría frente al narcotráfico de alto vuelo en la zona. Desde entonces, las emboscadas, muertes y obviamente el hallazgo de pozas de maceración y cargamento de droga es habitual y ha convertido a esta base en la segunda más importante del Vraem. 

La Policía es la máxima autoridad, ganarse los galones en esta zona de emergencia es un reto que no todos se atreven a pasar. Sin embargo; una vez que lo pasan, los que ascienden de grado deben pasar por una prueba que se habría hecho costumbre en una escandalosa pista de combate donde es requisito empinar el codo y poner a prueba su valor, pero también su estómago.

Impecables estos policías, arman fila. A diferencia de las pruebas de rigor a las que están acostumbrados, esta vez, no iban a comer más polvo, el único desplazamiento sería hasta esta larga mesa, bautizada como la pista de combate, las municiones eran estos vasos llenos de licor, todos de grueso calibre.

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