Tener vehículo propio no garantiza una llegada a tiempo a nuestro destino

Ir de San Isidro a La Molina en hora punta demora cuatro veces más de lo normal.  

En la Vía Expresa de Javier Prado, con dirección de San Isidro a La Molina, las señales de velocidad marcan 80 km/h pero en realidad se avanza a menos de 40. Actualmente, con el tráfico en la capital, tener un auto particular no garantiza prontitud en el desplazamiento.

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La avenida se convierte en un río  cuyo caudal vehicular no tiene donde desembocar. Sin tráfico movilizarse desde Rivera Navarrete, en San Isidro, hasta la Universidad de Lima, en Surco, demora menos de 10 minutos, pero a partir de las siete de la mañana el tiempo se cuadriplica.

Lo mismo ocurre para quienes viven en La Molina. A las siete y cuarenta y tres de la mañana el cerro Centinela se encuentra intransitable. Las avenidas Raúl Ferrero y El Corregidor soportan   gran carga vehicular que se hace interminable, por eso todos prefieren salir de sus casas antes de las seis y treinta de la mañana.

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Para llegar a tiempo las personas tienen que salir dos horas antes de sus casas, por consiguiente se levantan más temprano, eso implica menos horas de sueño y  más tiempo perdido  al volante, el resultado el estrés con el que vivimos a diario en la capital.

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