Odebrecht en el Perú: conoce la historia de la constructora

La gigante brasileña arribó al país en 1979, durante el gobierno militar de Francisco Morales Bermúdez y opera aquí durante 36 años

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Odebrecht, la gigantesca constructora de origen Brasilero que hoy está bajo investigación por ser posiblemente también tan grande en términos de corrupción  y cuyas cabezas principales han admitido el pago de millonarias climas en distintos países para obtener contratos estatales, ha sido durante los 36 años que opera en el Perú una de las principales contratistas de obra pública. 

La gigante brasileña arribó al país en 1979, durante el gobierno militar de Francisco Morales Bermúdez. De golpe, su primer encargo en estas tierras fue la construcción de la Central Hidroeléctrica Charcani V, en Arequipa, una planta de generación de 135 mega vatios de energía que opera en pleno volcán Misti.

En 1988, en el primer gobierno de Alan García, Odebrecht se hizo cargo de la construcción del proyecto Chavimochic, ese sistema que transporta agua a través de 276 kilómetros de túneles y canales para regar 144 mil hectáreas. 

Ya por estas épocas la suerte de Odebrecht era más que notable. Solo en la década de los 90 Odebrecht se adjudicó 29 de las más grandes obras de construcción en todo el país. De hecho fue la constructora con más contratos ganados en la región según el informe final de la Comisión Investigadora de Delitos Económicos y Financieros del régimen fujimorista que presidió el desaparecido congresista Javier Diez Canseco. 

Si las investigaciones fiscales y parlamentarias del caso Lava Jato consideraran 1990 como punto de partida, advertirían que el monto de contratos públicos obtenidos por Odebrecht supera los 35 mil millones de soles. 

En los diez años de Alberto Fujimori, la subsidiaria de la brasileña, Construtora Norberto Odebrecht Sucursal Trujillo, se adjudicó proyectos por US$ 449’874,662, que para la época era un monto de gran tonelaje. Entre las obras más importantes en ese entonces destacan la Central Hidroeléctrica Cañón del Pato, la Central Hidroeléctrica San Gabán II, en Puno, que inauguró el propio Fujimori, la Línea de Transmisión Íllimo, Olmos, y la Presa Puente Cincel – Río Chili, en Arequipa. 

En el gobierno de Alejando Toledo, entre el 2001 y el 2006, Odebrecht obtuvo contratos por S/. 3,987’503,372. Fue allí que empezaron las obras emblemáticas que ahora son auscultadas por quienes investigan Lava Jato en el país, es decir, el Proyecto de Trasvase de Olmos, la carretera IIRSA Sur Tramo 2, IIRSA Sur Tramo 3, IIRSA Norte y el Sistema de Agua Potable del Callao, entre otras. 

Ese monto casi se duplicó a S/. 6,797’984,583 en el quinquenio siguiente, en el segundo gobierno de Alan García. Allí se construyó otro paquete importante de obras que hoy también están bajo la lupa, como el Proyecto de Irrigación Olmos, la Central Hidroeléctrica de Chaglla, y la famosa Línea 1 del Metro de Lima en sus tramos I y II. 

Apenas unas semanas antes de concluir su segundo mandato, Alan García recibió de Odebrecht el regalo del Cristo de Chorrillos. Días después, la brasileña se adjudicaría el segundo tramo de la Línea 1 del Metro de Lima. 

Pero sin duda el mayor monto contratado en los últimos años por la brasileña fue el obtenido durante el gobierno de Ollanta Humala, en el que consiguió nada menos que S/. 24,409’599,441 en obras, entre las que destacan la mega obra Gasoducto Sur Peruano, la tercera etapa del Proyecto Chavimochic, el tramo de la carretera Ramiro Prialé y la Vía Costa Verde en su tramo del Callao. 

La cifra pudo ser bastante menor si no fuera porque Odebrecht logró que el Estado peruano firmara numerosas adendas por adicionales de obra. El caso más evidente es el de la carretera Interoceánica, que en el 2005 estaba valorizada en US$ 800 millones, pero que diez años después se había disparado a US$ 2 mil millones. 

Odebrecht no solo contrató con el gobierno central, también lo hizo con las administraciones regionales que tuvieron a su disposición presupuestos anchos, como el de César Álvarez, el hoy preso presidente regional de Áncash. Álvarez le encargó a la firma carioca la construcción de la carretera Chacas – San Luis, y el resultado fue una obra cuestionada, inconclusa y con un sobrecosto de S/. 150 millones.

Buena parte de la infraestructura construida en los últimos 36 años en el Perú, sea por contratos o concesiones, lleva estampada la marca de Odebrecht, y según se investiga, en no pocos casos también la mancha de la coima. Han sido más de tres décadas de grandes ganancias para la brasileña y sus dueños, y ahora falta saber de cuánta pérdida y de corrupción para el Perú.  

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