Madre y sus dos hijas resultaron quemadas con ácido tras pleito familiar

Supuesto agresor negó los cargos y asegura que solo se defendió del ataque. El hecho ocurrió en Chiclayo.

A Diana y a sus dos pequeñas hijas les rociaron ácido muriático en la cara en un confuso incidente que fue el salvaje colofón de una rencilla familiar. Dos familias atacándose de manera irracional por una casa de cemento y ladrillo.

Las peleas llegaron al extremo que la mano del odio desmedido abrió una botella de ácido muriático, forcejeó con la falta de juicio y les marcó la vida a una madre adolescente y a sus dos hijas, de apenas uno y dos años.

La familia de Diana ocupa la mitad de una casa ubicada en un pueblo joven de Chiclayo. La otra mitad del inmueble está en posesión de los sobrinos. Luis Bustamante dice que ellos se adueñaron de la vivienda con engaños. 

Tío y sobrinos se declararon la guerra sin treguas cuando se enteraron que Luis Bustamante había escrito en la fachada de la casa “se vende” sin reconocerlos como dueños de la mitad de la propiedad. 

“Se alborotaron porque puse el letrero. Desde ahí me taparon el desagüe, me cortaron la luz. O sea no tener los servicios básicos para yo irme de acá, asegura Luis Bustamante, esposo de Diana.

La rabia y la venganza se iban macerando y explotó el día en que Luis Bustamante se encontró cara a cara con su sobrino Luis Enrique Gil Bustamante, a quien le reclamó por el corte de los servicios.

“Yo en mi desesperación le jalo los pies y el cae de cara y se malogra un poquito. Se corta con latas porque cae en unos desperdicios y se malogró apenitas, unos seis centímetros la cara”, dice Luis  Bustamante.

Sin embargo, el sobrino Luis Gil desmiente la versión de que el daño se produjo con unas latas. “La herida me la hace con una navaja. En un momento rápido agarra desde aquí hasta acá unos 14 centímetros”, dice.

En esta familia se aplicó entonces la ley de Talión: ojo por ojo, diente por diente. El 20 de enero último, Diana y sus dos hijas fueron interceptadas en la calla por Ricardo Gil Bustamante, el menor de los sobrinos de su esposo.   

Ambos comenzaron a culparse. No se sabe de dónde salió el ácido muriático, lo cierto es que salpicó sobre ella y sobre sus hijas provocándoles quemaduras de segundo grado en la cabeza, en la cara y en los oídos.     

“Me he defendido nada más. Les ha caído de casualidad a las niñas”, señala Ricardo Gil Bustamante, sindicado de agresor, quien asegura que la mujer era quien traía la poderosa sustancia.

Pero hay un detalle. Sus primas han perdido la córnea, tienen la piel marcada por las llagas, Diana no tiene parte del cuero cabelludo y, sin embargo, él resultó milagrosamente ileso.

Han pasado tres meses desde el ataque con ácido muriático. A las menores les reconstruyeron la vista con injertos de su propia piel y que, ahora, en vez de boca, tienen un pequeño orifico que las condena al peligro.

El Ministerio Público de Lambayeque solicitó la detención preliminar de Ricardo Gil, pero el pedido fue rechazado por el Poder Judicial ya que, increíblemente, el médico legista consideró que eran lesiones leves.

Diana y sus hijas necesitan cuatro cirugías, cada seis meses, para reconstruir en parte la imagen de lo que fueron. No tener dinero los condena a no salir de este infierno.

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