Salvemos a ‪‎Huayrurín‬: piden ayuda para salvar a delfín rosado en Iquitos

Una valiente entrenadora pide auxilio por Huayrurín, un preciado delfín amazónico que lleva 10 años en cautiverio ​

Sandy Tassi y un colosal delfín de río llamando Huayrurín han sido compañeros durante tres años, tiempo en el que ambos desarrollaron una relación que ha sido motivo de estudio hasta en universidades de Australia por tratarse de un caso excepcional. No se tenía registro de un bufeo rosado capaz de ejecutar más de una decena de comandos.

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Sin embargo detrás de esta hermosa imagen, es esconde una realidad alarmante: desde hace unos meses el cetáceo, nada menos que la estrella del zoológico, está atravesando un grave problema de salud. Tanto su aleta doral como su cola ostentan unas heridas de espanto producto de las condiciones en las que, pese a ciertas mejoras, sigue viviendo su cautiverio.

Harta de este maltrato y de que sus reclamos no sean escuchados, en mayo de este año Sandy, su entrenadora, ha decidido denunciar el estado de emergencia en el que se encuentra Quistococha, pues no solo se trata de su amado Huayrurín si no de varios otros animales de la Amazonía peruana. 

Es así que desde hace un mes, y con el apoyo de la empresa privada Huayrurín pasa sus días en esta piscina mejorada con casi tres metros de profundidad, pero cuya textura aún sigue dañando al animal y en donde el agua tampoco se recircula debidamente.

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Para sustentar su denuncia, Sandy tomó fotografías de las heridas en la cola del delfín, incluyendo una que demuestra el uso de un componente derivado de violeta de genciana que se usa para ganado vacuno y con el que pretendían aliviar al animal. Sin embargo; las llagas nunca terminan de curar y el cetáceo se las sigue haciendo.

EL NACIMIENTO DE UNA AMISTAD 

Con apenas seis meses de nacido, Huayrurín fue rescatado de las redes de un pescador y ahora con diez años de edad mide más de dos metros de largo y pesa más de 130 kilos. Un animal enorme, fascinante, en peligro de extinción, emblema de nuestra Amazonía que sin embargo hoy representa una vergüenza internacional en un país que se jacta de su biodiversidad.  ¿Qué dice el presidente regional de Loreto, el independiente Fernando Meléndez?

La única solución posible – porque Huayrurín ya no puede regresar a la vida natural porque sería atacado por sus propios congéneres- es procurarle, aprovechando la laguna o cocha que existe en Quistococha, condiciones de semicautiverio, como en otros zoológicos del mundo lo cual, por ahora, es una utopía.

Huayrurín es la estrella de este lugar, no es el único animal que ha sufrido maltrato, al menos sigue vivo. Los reclamos presentados por Sandy también denuncian las muertes de una nutria mutilada cuya jaula ahora está vacía.

UNARCEL EN PLENA SELVA

Tener un zoológico con jaulas en el corazón de la Amazonía peruana es una demostración de lo lejos que estamos de ser un país desarrollado y de, por dónde, andan nuestras prioridades.

Con un presupuesto de poco más de cien mil soles al mes, generado por las entradas pagadas de los cerca de 150 mil visitantes por año, la situación de Quistococha es la de una verdadera emergencia. Más aún porque el presupuesto regional ha pasado de 144 millones en el 2013 a solo 54 el 2015 y porque el plan Copesco destinado a renovarlo con más de 81 millones de soles, duerme el sueño de los justos en el Mincetur.

Mientras el plan Copesco del Mincetur siga siendo una promesa incumplida, Quistococha será una mancha en nuestra historia ecológica, repetimos, una vergüenza cuya postal es el sufrimiento de animales amazónicos que aquí, en este lugar, pasaron y siguen pasando los peores días de sus vidas. Perú, país tan megadiverso como indolente.

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