Crónica: la masacre que sufrió la comunidad asháninka a manos de Sendero Luminoso

Hoy, fiscales y autoridades buscan fosas con restos de las víctimas en la zona de Satipo. 

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Entre los años 1989 y 1996, las comunidades nativas asháninkas ubicadas en la zona de Satipo, provincia de Junín, fueron víctimas de una feroz masacre a manos de los mandos subversivos de Sendero Luminoso, quienes al no poder adoctrinarlos a su ideología en su totalidad, decidieron exterminarlos.

En su informe, la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) calculó que las víctimas mortales ascendieron a cerca de seis mil; cinco mil nativos quedaron cautivos por los senderistas, mientras que otros diez mil fueron desplazados de sus tierras. 

Por los años 85 y 88, los asháninkas se enteraron de la presencia de Sendero y sentían temor de las ejecuciones que realizaban en los poblados colonos, sin embargo consideraron que se trataba de algo 'positivo' pues los inmigrantes eran considerados como personas del 'mal vivir', que traían vicios y otros males a la comunidad.

Sin embargo, los senderistas lograron adoctrinar a algunos profesores y dirigentes asháninkas a quienes usaban como nexo con las comunidades. Es así que realizaban visitas periódicas a los nativos, sembrando terror y muerte en forma frecuente hasta establecerse en la zona. 

Dentro de su ideología, los terroristas consideraban a los asháninkas como una comunidad prehistórica, sin cultura propia ni civilización. Además, se les obligaba a hablar el quechua y las mujeres eran forzadas a trenzarse el cabello, como en la sierra.  

Por su parte, los nativos se resistían a creer en la ideología de Sendero Luminoso y huían de los subversivos. Aunque escondían a sus hijos de las tropas, éstos eran encontrados y enlistados para ser adoctrinados. Es así que desde los 10 años, se les enseñaba a cometer asesinatos y causar temor a la población, además de ser llevados a otras provincias.

Cabe indicar que las Fuerzas Armadas del Ejército y la Policía se encontraban concentradas en el sur del país, en donde la presencia terrorista era constante. Es por esto, que las autoridades no se percataban de la magnitud del genocidio que ocurría en la selva central. 

Al resultar la situación insostenible debido a la masacre de su gente, los asháninkas deciden formarse para luchar contra los subversivos. Es así que se crea formalmente el Comité Central de Autodefensa y Desarrollo Asháninka en 1990, en donde sus integrantes lucharon con lanzas, machetes, arcos y flechas para recuperar a sus familias secuestradas, sin ayuda del Estado.

No fue sino hasta los años 1992 y 1994 que los militares se establecieron en la zona, desatándose una lucha por la recuperación de la zona, junto a las labores de misioneros que jugaron un papel importante en la caída de los terroristas. 

Luego de la pacificación, para el año 1996, los nativos que decidieron regresar pese a la experiencia traumática que les tocó vivir, se enfrentaron a un nuevo problema: sus  tierras habían sido otorgadas por el Estado a los colonos, muchos de ellos incluso con antecedentes terroristas.

Varios años después, la comunidad asháninka pudo recuperar su número de población y está en proceso de rehabilitación. Hoy, especialistas del Ministerio Público se encuentran en la zona buscando fosas que contendrían restos de los nativos asesinados por los terroristas en la localidad de Alto Sinivieri y otras zonas de Yanapango. 

[LEA: Encuentran fosa común con cerca de 800 víctimas de Sendero Luminoso en Junín]

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